viernes, 11 de agosto de 2017

CUESTA ABAJO Y SIN FRENOS

                                                       Imagen: www.oscarfavorite.com


Muchos políticos están por el sueldo, por tener un puesto de trabajo, por ser reconocidos o famosos y porque, seguramente, no saben hacer otra cosa a pesar de tener una profesión. Además de todo esto, porque saben que han creado un sistema que les procura una serie de prebendas y privilegios que les diferencia del resto de la población. Los políticos se han hecho con el poder de esta sociedad, modelándola a su imagen y semejanza, procurando sacar de la misma cuanto más mejor en el menor tiempo posible, quizá, una legislatura, por eso tienen tantas prisas por robar.
Un buen político es la antítesis de lo que representan casi todos los que están ahí sentados en el Parlamento. Muchos, la mayoría, están trabajando para perpetuar ese sistema de privilegios, con unas políticas que no evolucionan, ancladas en el pasado, protegidas por unas leyes que las amparan pero que no se ajustan a las actuales necesidades de la ciudadanía. No obstante, esto no parece alarmar a nadie en el Congreso, son pocas las voces que hablan por la ciudadanía y propongan soluciones. Son muchas las voces que se alzan para proteger las espaldas de los defraudadores, de los más ricos, de los grandes empresarios y de los banqueros. Son muchos los políticos que no dejan de entrometerse en la labor judicial para apañar procesos que le afectarían directamente, dando así el ejemplo de dependencia de la justicia, que queda a las órdenes del Gobierno de turno. Esta intromisión del Gobierno en los procesos y causas judiciales está procurando que no se investigue ni juzgue a los delincuentes políticos, consiguiendo con ello el clima de impunidad que se respira desde hace años, teniendo la población el sentimiento de que a los malhechores de clase alta de este país nunca les pasa nada, hagan lo que hagan.
Un buen político nunca legislaría contra los intereses del pueblo, ni les haría retroceder en los derechos adquiridos; sin embargo, ya estamos viendo que tanto en la última fase de la legislatura del PSOE como en las dos últimas del PP, este aspecto del bienestar y del progreso de la ciudadanía no se ha respetado y ha caído por los suelos. Lo peor de todo es que no tiene esperanza de que vaya a poderse recuperar, tal como dicen algunos economistas y expertos del área política. Dicen que esta estafa llamada crisis, vino para quedarse, para retroceder en derechos y bienestar, y hacernos a todos más pobres, tras haberse cargado la clase media y procurar que algunos que no eran ricos ahora lo sean, y que otros que ya lo eran, lo sean un poco más; pero los trabajadores, en general, somos ahora más pobres, antes con un trabajo tenías una vida digna y, ahora, trabajas y eres pobre, no llegas a fin de mes, casi no puedes pagar tus facturas y estás a punto de que te desahucien. Esto está a la orden del día y todos lo vemos por la televisión, los jueces dictan instrucciones y la policía saca por la fuerza a las familias que no pueden hacer frente al pago de sus hipotecas; sin embargo, los bancos fueron rescatados con nuestro dinero, no lo devuelven y no nos quedamos con sus bancos, no les desahuciamos, no hay ordenes de los jueces contra ellos, no hay policías que les desalojen y, peor aún, no hay reacción del Gobierno, porque una vez más protegen a los banqueros y no a los ciudadanos.
Políticos como estos hay muchos en el hemiciclo y deben ser expulsados, no nos representan, representan al poder monetario, legislan a favor de él, empobrecen a la ciudadanía, precarizan el panorama laboral, han terminado con las negociaciones colectivas, están acabando con la estabilidad de las pensiones, las han congelado o, peor aún, les hacen perder poder adquisitivo frente a la subida constante de los precios de los productos básicos. Es evidente que las personas que deban gestionar lo público han de tener otras cualidades y otros valores morales y éticos, con los actuales vamos de cráneo, como se suele decir: cuesta abajo y sin frenos.

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