martes, 29 de agosto de 2017

MENOS MONETARISMO Y MÁS CONCIENCIA




Aunque mucha gente va a otra cosa, yo estoy convencido que el camino es vivir respetando al otro, amando al otro y tratando de hacerle la vida más plena, al mismo tiempo que tú vida se convierte en una experiencia maravillosa. Ya sé que hay cantidad de gente que ha perdido de vista el sentimiento de humanidad, moviéndose más por egoísmo que por solidaridad, comprensión, tolerancia, compañerismo, etc. Incluso, como hemos visto estas semanas atrás, hay quienes no respetan la vida de los demás, esos son salvajes criminales que dejan de ser humanos por unos instantes, por las causas que sean, para poder cometer esas atrocidades, esas aberraciones, arrebatando la vida a personas inocentes que nada tienen que ver con los infundados motivos que esos animales se han inventado.
Nosotros, el resto de la sociedad debe pararse a contemplar, a reflexionar, a comprender, a amar, etc., a sí mismo y a los demás. Nosotros tenemos que aprender a caminar juntos, proyectar juntos, realizar juntos y dejar de pugnar con nuestros semejantes para construir entre todos; así podremos acometer empresas más complejas e importantes para el bien de todos, que al fin y al cabo, es nuestra misión como colectivo. Es por eso que no entiendo el organigrama actual, pero menos aun entiendo la funcionalidad del mismo, los intereses económicos que casi exclusivamente mueven o dirigen a las sociedades del mundo. Somos entes complejos, divinos, con capacidades impensables que nos pueden llegar a sorprender, pero estamos atontados con lo que sucede en el exterior. Siempre estamos proyectados hacia el exterior, solo tenemos puesta la atención en lo de fuera, dedicamos todo o casi todo nuestro tiempo a lo que transcurre ahí delante de nuestros ojos sin echarnos, ni siquiera, una miradita a nosotros mismos. El desarrollo de nuestras capacidades internas está olvidado completamente por el sistema educativo actual, que solo sirve para aprender conceptos y contenidos de memoria y pasar los exámenes, después se olvida casi todo. A las personas no se les forma espiritualmente, no se les hace crecer en conciencia y consciencia, no se les lleva por el camino que nos hace pleno y felices, porque se ha tomado el camino de la rivalidad, la competitividad y los intereses materiales y monetarios, que es la vía de la infelicidad y la progresiva destrucción.
Cuando veo a esa cantidad de jóvenes borrachos, tirado en las calles, rodeados de botellas de alcohol, haciendo el cafre y molestando al resto de las personas; me pregunto: qué tipo de sociedad tendremos en un futuro si quedamos en mano de esta gente sin más inquietud que emborracharse, tener sexo y drogarse. Son irresponsables consigo mismos, con su salud en primer lugar y con el resto de la sociedad en segundo lugar. No dejan que descansen los vecinos de los lugares que eligen para reunirse y emborracharse; y no digamos de cómo dejan las aceras de bolsas de plástico, vasos y botellas, las aceras manchadas del alcohol que se vierte y de las meadas. Que los jóvenes tienen derecho a divertirse, claro que sí, pero educadamente, mostrando respeto por las demás personas y por las vías públicas. Cuando se es responsable se dejan las cosas como se encuentran, esto nos lo enseñaban antes desde pequeñitos. Las autoridades prohíben estos botellones y al mismo tiempo los permiten, algo que resulta incomprensible. ¿De qué se quieren evadir los jóvenes? Seguramente de una sociedad que no les ofrece nada mejor y que les motive más, ahí entramos en acción todos, es responsabilidad de todos, pero muy especialmente de los políticos que con sus intereses particulares van en la consecución de los mismos, ignorando los intereses públicos, o sea, de la comunidad, del pueblo, de la gente. Hay mucho por hacer y veo muy escasos de imaginación a nuestros políticos, sobre todo a los más conservadores que solo siguen el orden del día dictado por empresarios y banqueros. Por otro lado, se dedican a descapitalizar el país dando dinero público a diestro y siniestro, sin ton ni son, amparados en leyes que por conveniencia se sacan de la manga, malversando y saqueando; así hemos llegado al grado de corrupción actual y al endeudamiento correspondiente. Si esta es la fachada, imagínense cómo está el interior de la casa… que se viene abajo, aunque la propaganda sea la de habernos convertido en la locomotora de la economía europea… a algunos nos cuesta creerlo. En definitiva, estamos necesitados de que cojan el timón otras gentes menos materialistas, con menos pretensiones monetarias y que arrimen más corazón a la gestión política y desarrollen más amor por la gente.

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