lunes, 28 de agosto de 2017

UN POCO DE SALUD A NADIE LE HARÁ DAÑO

                                                    Imagen: http://dicassobresaude.com


Casi todas las personas están preocupadas por su salud, al menos así lo expresan en cuanto aparecen síntomas de su deterioro. Todos queremos recobrar la salud cuanto antes, y la mayoría no se lo piensa dos veces, va al médico para que le mande unas pastillas, un jarabe o unas inyecciones que les hagan desaparecer los síntomas o las dolencias que sufre. Pocas personas se paran a preguntarse por qué se sienten mal, por qué su cuerpo no es capaz por sí solo de recobrar la salud, a pesar de que nuestro organismo está preparado para ello, ¿será que hay elementos externos o ajenos al cuerpo, que le están perjudicando e induciendo a tener esas reacciones de defensa y alerta?
Vamos al médico para que las medicinas tapen los síntomas, porque no estamos dispuestos a cambiar de hábitos. Pensamos seguir comiendo lo mismo, bebiendo lo que se tercie, fumando, viviendo sedentariamente y ofuscándonos con cualquier mosca que se nos pose encima… ya sabes, cabreándonos con cualquier situación de nuestro día a día. Si vamos a continuar igual y nuestro cuerpo ha comenzado a decir: “¡basta!”, le vamos a llevar a extremos límites, lo que nos provocará cada vez más problemas de salud. Poco a poco todos nuestros órganos funcionarán con dificultad, estarán recargados de toxinas que no son capaces de expulsar y se convertirán en depósitos de grasas, aumentaremos de peso, tendremos menos energía, no querremos movernos, trabajar o hacer ejercicio y todo irá a peor.
La dieta, entendiendo por ello el adecuado plan de comidas, las óptimas proporciones de buenos alimentos naturales, es esencial para conservar la salud, sentirse bien, tener ganas de vivir, evitar las medicinas, las drogas, las adicciones como la que se adquiere con gran facilidad a los productos dulces: pasteles, bollería en general, refrescos y todas esas bombas para nuestros organismos. Hay que cuidar la cantidad de alimentos que consumimos, comemos en demasía, a todos nos sobran, por regla general, unos kilitos. Si es de comer bien, es porque comemos una cantidad que no está compensada con el ejercicio físico que desarrollamos; pero muy probablemente es de comer mal porque casi todo lo que encontramos en las estanterías de los supermercados es “peligroso”… engorda, no alimenta y, a la larga, nos enferma. Lean las etiquetas de los productos que se adquieren en los centros de alimentación, hay que tener un gran cuidado con lo que se lleva a casa, porque después no nos resistimos a engullirlo tarde o temprano. Todo lo que contenga azucares o sustitutos de estos, harinas refinadas y grasas saturadas, hay que cerrarle las puertas de nuestras casas, y con este solo gesto, ya habremos ganado bastante. Nada de productos precocinados porque suelen llevar harinas refinadas, grasas, pocas proteínas y una gran cantidad de sustancias añadidas para conservarlos y darles color, sabor, textura, etc.
No consuma productos que en su etiqueta aparezcan las famosas “E”, que son todos esos químicos que le añaden a los preparados, a los que le suelen llamar alimentos. En resumen, no es muy complicado: Coma menos, seleccione lo que come, evite el alcohol diario, no fume, no se irrite con tanta facilidad, haga que su vida sea más sencilla y muévase más.

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