Imagen: www.lasprovincias.es
Todo tiene su razón de ser, aunque algunos no la entendamos. En esta pandemia suceden situaciones que no tienen explicaciones lógicas, por ejemplo: salió el orden en el que se va a aplicar la vacunación milagrosa, y miren por dónde, primero serán los ancianos, según los que han ideado el plan de vacunación, por ser el grupo más vulnerable… ¿no eran también los más vulnerables al principio de la pandemia?, ¿por qué se les abandonó entonces? Todos los medios, ante el colapso hospitalario, priorizaban la ocupación de las UCIs para las personas más jóvenes y útiles a la sociedad, ¿por qué no se priorizaba a los ancianos por ser más vulnerables, o es que antes no lo eran?
La incoherencia tiene su motivo de ser, mejor probar cómo reaccionan los organismos más agotados e indefensos, y si ellos lo aceptan sin graves repercusiones, menos riesgos presentará la vacunación al resto de la población, que se comprende están en un estado de salud mejor. ¿Quiénes son los conejillos de indias?, evidentemente, los mayores, los que ya representan una carga para el sistema capitalista y de producción; o sea, aquellos que perciben pensiones, pero no producen. Esto así dicho es duro, pero podría ser una realidad a tener en cuenta cuando se toman decisiones con respecto a ser vacunado o no. Hace unos días, tuve que firmar el rechazo a que mi madre, residente de un centro de mayores, fuera vacunada con la milagrosa intervención en su información genética, que provocaría la correspondiente dosis inyectada. Parece ser que la vacuna fugaz tiene ese cometido, interactuar con nuestra información genética para que nuestro sistema inmune fabrique anticuerpos para los que todavía no se ha preparado, quizás, porque un virus artificial no sea el proceso normal con el que se las tiene que ver, habitualmente, el organismo humano.
Por otro lado, en el centro fueron incapaces de dar alguna explicación, como indicaba el impreso a firmar, sobre las ventajas e inconvenientes (efectos adversos) que podría acarrear la vacunación. Decían no haberles hecho llegar ninguna información al respecto desde los centros oficiales relacionados con la sanidad pública. Así va esto, las instituciones están acostumbradas a tratar con ciudadanos que se lo tragan todo; evidentemente, taché todo aquello de que firmaba habiendo sido informado de los pros y los contras.
De nuevo, atendiendo a que los mayores en residencias debieran ser el menor de los grupos de riesgo, puesto que están de por sí confinados, es por ello que no tendrían que ser los grupos prioritarios a vacunar. El caso es probar la vacuna, ya que no se tuvo tiempo suficiente para investigarla siguiendo todos los protocolos que hasta el momento se les exigía a cualquier vacuna o medicamento de nueva aparición. Algunos países como Bolivia o México están probando nuevas sustancias, como el dióxido de cloro. Lo están aplicando algunos médicos, y los resultados en el tratamiento de los contagiados por COVID, son excelentes. A pesar de ello, las autoridades sanitarias mundiales, cerradas a lo nuevo, preservando el negocio de sus sustentadores: los grandes laboratorios del medicamento, se niegan a investigar aquello que no podrán patentar, sintetizar y por lo que no podrán sacar unos abultados márgenes de beneficio. Prefieren que la gente siga muriendo antes que dar su brazo a torcer, aunque colaboren a que una sustancia en forma de vacuna milagrosa se ponga al servicio del mundo entero, sin haber cumplido con todos los pasos a los que sus mismas normas obligaban por seguridad para las poblaciones.
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