Te paseas por un Centro Comercial
y entre en la tienda que entres está bastante surtida de productos orientales.
Esto no estamos mirándolo bien, porque cuantos más productos asiáticos compremos,
menos productos españoles de similares características venden nuestras
empresas.
Cuando iba llegando al Centro
Comercial Los Alcores que está en Alcalá de Guadaira, en la provincia de
Sevilla, por cierto abarrotado de público, se pasa un poco antes de
incorporarse a la carretera secundaria que va hacia el Centro, por una antigua fábrica
que produce desde hace muchos años mobiliario metálico para colegios, centros
públicos, seguramente fabricarán algo de mobiliario urbano, etc. Al pasar por
delante miré la superficie tan enorme que ocupa ese recinto industrial y me
hizo pensar en cómo caían empresas que lo habían sido todo hace años. Al mismo
tiempo me abordaba la idea que me ronda siempre la cabeza: que deberíamos
mentalizarnos más para consumir más de lo nuestro, porque cuando lo hacemos
aumentamos el volumen de negocio de nuestras industrias, hacemos que se
mantengan en el tiempo y se asegura el puesto de trabajo de los nuestros.
Comprendo que esta idea es casi
una lucha contra la globalización, pero no es exactamente eso. Una lucha contra
la globalización tal vez fuera no dejar que los camiones o los conteiners de
fabricantes extranjeros alcancen nuestros muelles o nuestros comercios. Quizás
una medida anti globalización sería poner altos aranceles a los productos de
otros países, pero yo hablo de algo diferente, de mentalización de la
ciudadanía que debe comprender que su trabajo se asegura en la medida en que la
empresa para la que usted trabaje, facture lo suficiente como para cubrir
gastos y producir unos beneficios apetecibles para el empresario o accionistas,
de tal manera que deciden persistir en el tiempo. Y eso se consigue si todos
nosotros compramos sus productos o solicitamos sus servicios.
Hay asuntos como este que lo
pasamos por alto cuando como consumidores tan solo nos proponemos adquirir algo
por el menor precio posible, sin comparar calidades, postventa, atención
personalizada, garantía, repuestos, etc., y lo más grave… dejar de meter dinero
en las empresas españolas para asegurar nuestros puestos de trabajo, esta es
para mí una de las desventajas más fundamentales por la que debemos apostar sin
lugar a dudas. Nadie va a fabricar si no hay mercado para sus productos, lo
peor es que si se venden esos productos, pero hechos en China principalmente.
Los primeros que han sacado los pies del plato han sido los empresarios
españoles, que temiendo no poder competir con los productos chinos se
deslocalizaron o, sencillamente comenzaron a pedir que sus productos los
manipularan o ensamblaran empresas asiáticas. Los empresarios españoles fueron
los primeros que corrieron a fabricar en China y desmontaron sus industrias
nacionales, se quitaron a todo el personal de encima y se convirtieron en
almacenes reguladores que sirven a cadenas de tiendas. De esa manera sirven productos
aparentemente de marcas españolas, aunque el empresario solo ha necesitado a
muy pocas personas para dar un servicio de almacenaje. El resto lo hacen vendedores
autónomos, empresas de reparto, etc.
El tema comercial es un
desbarajuste, empezando por el desmantelamiento empresarial, seguido por el
consentimiento gubernamental y terminando por la desconfianza de los
consumidores que no sabemos, realmente, qué estamos consumiendo al margen de lo
que indica en la etiqueta del producto. A pesar de todo ello nunca es tarde
para asentar unas bases nuevas y lógicas, que se acerquen a lo expuesto, la
defensa de lo que se tenga certeza es un producto español, sea de la región que
sea, pero que demos vida a lo nuestro que lógicamente debe repercutir en que
nuestras industrias se afiancen, compitan y crezcan al mismo tiempo que
ofrezcan puestos de trabajo.
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