Tengo un buen lector, además
conocido que me suele decir: “¡anda! Dijiste que no hablarías más de política y
que pronto has caído”. He tratado de reproducir lo más fielmente lo que me
suele decir cuando me ve. No he vuelto a la política desde final de año, que
fue la fecha en la que abandoné el barco de la mentira, la locura y la
manipulación. Lo que sucede es que si tengo que dedicarle unas palabras al
panorama político porque venga a colación de algún tema de los que he tocado,
me dirijo de un modo parecido a como lo he hecho en estos instantes. Mis
pensamientos y sentimientos hacia el mundo político, mientras no hagan política
de verdad, que para mí es hacer política para la gente, siempre los tacharé de
hipócritas, manipuladores y embusteros. Pero esto para mí no es entrar en
política, entrar es seguir la noticia como hacía antes. Entrar en política es
estar informado, escuchar debates, reflexionar de todo lo dicho, atacarles
cuando se columpian, que son muchas veces, casi todas, y proponer soluciones
lógicas, al menos para mí. Eso es lo que he venido haciendo durante unos cinco
años, pero ahora debo de ser una de las personas más desinformadas de España.
Ni veo televisión, ni escucho
radio, ni leo periódicos. He pasado de estar al día a no saber nada de lo
ocurre. No le dedico más tiempo a la actuación circense-política-mediática,
bueno, se le pueden añadir muchos más calificativos porque da para mucho más la
farsa que están llevando a cabo. Falta calidad de personas… se hace una labor
pobre, ridícula, tramposa y traicionera. Los que están no dan para mucho más, y
los que pretenden sustituirles se han aborregado porque han creído que el juego
es el establecido: conseguir votos. Y yo les digo que ese no es el verdadero
fin de esa profesión o vocación, sino conseguir por todos los medios el bien de
la gente, el progreso de la sociedad en su conjunto.
Lo dejo aquí, porque José la
próxima vez que me vea, me lo echará en cara. Lo digo bromeando, José, tú me
puedes decir lo que te venga en ganas, sabes que nos llevamos bien, yo también
me lo tomo en broma cuando tú me dices que me he echado atrás en lo de la
política. Tan solo añadir, que es una pena, que se pueden proyectar objetivos
maravillosos, que como país podemos conseguir lo que queramos si los dineros se
destinan con honradez a los proyectos y no se mete tanto la mano en la caja,
como se ha venido haciendo.
Eso sí me duele, a mí la política
mala, la de mentira, la que están haciendo, no me interesa en absoluto. He
dejado pasar mucho tiempo y no se enmienda, llegan gentes que son atrevidos con
la voz pero hay mecanismos que hacen que, por el momento, lo establecido no se
mueva. Y cuando lo hace, lo hace tímidamente. Las medidas que favorezcan a las
personas de este país son escasas, insuficientes y no llegan a solucionar los
problemas de los más desfavorecidos. En qué quedan, por tanto, esas voces… en
puro show. Hay muchas cosas que se pueden solucionar abordándolas de otro modo,
y si no saben cómo, repasen cuanto he escrito acerca del tema, en mis libros lo
podrán encontrar señores políticos: Trilogía
Somos la locomotora de la corrupción de la UE, y en Nuestra España 2016. En
ellos van a encontrar no solo críticas a su gestión sino muchas soluciones o
proposiciones para hacer las cosas de otra manera, sobretodo, que beneficien a
la ciudadanía. Ese debe ser el objetivo de vuestro trabajo y, desde luego, no
hay otro fin en mi cabeza de lo que debiera ser la función política. Fin.
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