Estoy leyendo La Jungla de los listos, escrito por
Miguel Ángel Revilla y me está gustando. Viene a remachar todo lo que
cualquiera medianamente informado puede sospechar: que muchos han venido,
aparecen o han sido puestos en lugares relevantes por los poderosos para seguir
haciendo el juego que a ellos les interesa. Otro aspecto que he descubierto leyéndole
es que lo que yo he escrito en mis libros: La
trilogía de Somos la locomotora de la corrupción de la UE o en el ya
publicado: Nuestra España 2016 – 1º
Semestre y en el que se publicará en breve con el mismo título pero
recogiendo los episodios de la vida social y política de nuestro país en el 2º
semestre, escribo en línea con la forma directa y cruda con el que se expresa
Miguel Ángel, y eso, salvando las diferencias pues a mí no me conoce casi
nadie, me llena de orgullo y me dice que estoy en el camino y que me he enterado
de lo que ocurre aquí.
Miguel Ángel ya lo dice en su
libro, dice que seguramente hay gente que escriba muy bien pero a los que no
conoce casi nadie y que él tuvo la suerte de ser un personaje de la política
española, que ha hablado claro, que ha pasado por platós de televisión y
emisoras de radio, y por el que se interesó la editorial Espasa para que
publicara y tuviera éxito desde su primer libro. A mí me vale todo esto porque
comprendo que, salvando las diferencias, algunos escribimos algo que también es
bueno para despertar del letargo social inducido al que nos someten los medios
de comunicación, en concierto con los bobos políticos que no se enteraron que
su función no es arrodillarse como están ante los poderes de las puertas
giratorias, sino que fueron elegidos por la ciudadanía para que procuraran que
el bienestar general de todos prevaleciera en el tiempo y fuéramos, cada día,
una sociedad o un país más próspero. Este extremo, como suelo decir, es del que
no se han enterado, bueno sí se han enterado pero les ha convenido más ponerse
del lado de los del dinero, se han vendido como vienen haciendo desde que nació
la mal llamada democracia.
La jungla de los listos no va a
decaer, siempre va a estar vigente mientras tengamos pululando por las Instituciones
a personas de la catadura moral de los que están ahora. Casi todos ellos
componen una liga mafiosa al servicio del poder financiero y monetario. Todos
ellos son millonarios por la gracia de sus maniobras oscuras, que no por su
trabajo. Casi todos hacen esfuerzo por descarrilar al tren de la justicia, por
sacarle de las vías, por hacerle volcar e impedir que llegue a destino. Casi
todos hacen todo lo posible e imposible por mentir y retrasar los procesos
judiciales para que los delitos prescriban, están en eso, es para eso y para
estafar o robar para lo que sirven muchos de ellos. Y esos muchos tienen
responsables por encima, que nunca se enteran de nada y eluden la justicia con
ese cuento de “sordera y ceguera”, no saben nada, no han visto nada. Convivimos
con vulgares ladrones con títulos universitarios y cargos públicos, que se
creen son propiedad de ellos. Le estamos dando de comer a demasiados “listos”
en este país.
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