¿Por qué cuando hablas a solas
con algún chico de tu barrio, de esos que sabes que siempre están involucrado
en todo lo que se mueva, resulta tan noblote, tan buena persona, tan educado y,
sin embargo, apenas se junta con otros dos amigos suyos, igualmente buenas
personas a solas, se disparan y montan cualquier pitote?, ¿qué se les mueve por
la cabeza a estos chicos para que se vuelvan tan cafres con apariencia de
ineducados?
Ayer mismo, hablaba con uno de
ellos y el chaval me parecía tan lindo, hablamos interiormente, que me
respondía a todo lo que le preguntaba con aparente falta de maldad, con reposo,
con transparencia, que cuesta tanto creer en la transformación a la que me
refería antes, que sin embargo sé que sucede… lo tengo comprobado. Fue tanto
así el tono de nuestra conversación que solo me pude despedir de él deseándole,
con cierta intención pero con verdadero sentimiento, que fuera mejor cada día,
que merecía la pena proponerse serlo… que todos deberíamos hacer lo mismo… y a
todos nos iría mucho mejor, viviríamos mucho mejor todos.
Lo de los chavales es como lo de
Mr. Hyde y Mr. Jekyll, sufren una transformación cuando están en grupo y,
supongo, cada cual querrá demostrar al resto que son más chulos, más capaces de
hacer algo, que se enfrentan a cualquiera, que no tienen miedo, etc. Algo de
esto les ha de pasar por la cabeza y pasan a la acción sin parar a ver las
consecuencias de sus actos. Es entonces cuando pasan de ser esos chicos
maravillosos, hasta dulces en el trato si me lo permiten, a ser unas personas a
las que todo les da igual. Lo mismo parten los cristales de unas farolas que
los ve dentro de la parcela de alguien, que te queman un contenedor o unos
bancos de madera. Bancos que utilizan muchos de ellos muchos días, pero que un buen
día se le cruzan los cables y le prende fuego al banco, es así de sencillo lo
que está sucediendo en todos los barrios.
Que saben que a esta familia no
le gustan los petardos, pues cada vez que pasen por su puerta explotan uno. Que
saben que el perro de aquel vecino se acojona con las explosiones, pues cada
vez que estén frente a su casa ya sabe al pobre animal lo que le toca. La
música no la ponen para ellos sino para que la oigamos los demás. Salen a la
calle con un altavoz de estos que admiten un pendrive y marchan calle arriba y
abajo haciendo entrar sus ritmos de rap en todas las casas a su paso. Que salen
con las motos pues no se pasean a ralentí, ya que es una urbanización cerrada
sino que dan acelerones como si estuvieran en una carrera o competición… ruidos
que entran en el salón de tu casa. Y como es una urbanización dan vueltas y
vueltas, o sea, que cuando toca la tarde o la mañana de motos… a ver, los niños
se tienen que pasear.
Lo que más gracia me hace es
cuando sale algún adulto en su defensa y dice: ¿no te acuerdas cuando tú eras
niño?, claro que me acuerdo, pero no me dedicaba a molestar a los demás, yo
estaba educado, y esa misma educación se la he transmitido a mis hijos. La
prueba ha sido que han crecido, les he vigilado y observado, algo que tampoco
hacen los padres modernos, y jamás ha venido ningún vecino a plantearme una
queja por el comportamiento de algunos de mis dos hijos. Por el contrario, en
algunas conversaciones, hubo algunos que exaltaron la buena educación y el
extraordinario comportamiento de mis hijos, y eso como padre me llenaba de
satisfacción, habíamos conseguido, tanto mi mujer como yo, el propósito
pretendido, tener unos hijos integrados socialmente, cumplidores de sus
obligaciones y respetuosos con los demás niños, con las personas adultas y con
los enseres urbanos y con las propiedades ajenas.
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