Hablar por los que lo tienen todo
resuelto, no tiene mucho sentido, hay que hacerlo por aquellos que viven en
peores condiciones. Hay que alzar la voz para proteger a los más
desfavorecidos, para que los gobiernos del mundo se vean forzados a virar. El
dolor, el peso y el sufrimiento están en lo que les está sucediendo a esas
personas, no en los triunfos de los que lo tienen todo resuelto.
El grito de la población tiene
sentido cuando exige a sus gobernantes equidad, justicia, decencia y honestidad
para que se apliquen leyes razonables en beneficio de la ciudadanía, en
especial de aquellos más indefensos. Hay que dar aliento a los más desmotivados,
a los menos formados, para que puedan ir abandonando las capas sociales más
bajas, al mismo tiempo que puedan integrarse socialmente.
Somos humanos, pero no solo por
tener una forma concreta o caminar sobre dos piernas. Somos humanos porque
somos capaces de actuar inteligentemente haciendo uso de una forma de
pensamiento superior, pero también siendo capaces de amar a los demás actuando desde
el corazón, mostrando generosidad y solidaridad. ¿Cuán lejos de todo esto se
encuentran algunos y, muy especialmente, los que nos gobiernan?
Entre todos debemos, tenemos la
obligación de ayudar, de apoyar a todas las personas que nos puedan necesitar.
La sociedad tiene que autoalimentarse de bienestar general, o sea,
estructurarse para que todo su funcionamiento genere más bienestar para toda la
ciudadanía; ese debe ser el fin de una sociedad moderna e inteligente. Sin embargo,
parece que algunos viven en el medievo, organizan cruzadas contra otros pueblos
para achicharrarlos con bombas y armas químicas, ¿qué salvajada es esa? Algunos
se quedaron anclados en los métodos de los siglos doce o trece, ¿qué han
evolucionado esas personas que proyectan la destrucción de otros pueblos y el
asesinato de millones de inocentes?
Todo lo que vengo exponiendo
demuestra que los trajeados de ahora, de zapatos bien limpios, barbitas
recortadas y pelo bien engominado, poco se diferencian de aquellos bárbaros de
greñas y barbas descuidadas, bruscas maneras, que comían caza en abundancia
asiendo las piezas de carne con las manos, chorreándoles la pringue por las
barbas, la cara y los vestidos, limpiándose la grasa en las mangas y regándolo todo
con vino hasta emborracharse. Yo no estaba allí, pero como ustedes, lo he
podido ver en alguna que otra película. O sea, ha cambiado la fisonomía, la
forma pero no el fondo… el bárbaro va por dentro.
Estamos muy necesitados de elegir
para la tarea de gobernantes a gente que sienta a la gente, personas que no
hayan abandonado a sus corazones porque es éste el que les va a recordar
continuamente que hay más personas en el mundo, que no solo vale caminar de una
manera egoísta, que solo se puede llegar a ser realmente feliz cuando todos lo
somos. Tienen que volver a recordar que son parte de la humanidad, que no
pueden escapar de ella, o caminan con ella o se convierte en un lastre que no
se elimina dejándola morir de hambre o por la acción de las armas… detrás llegarán
muchos más, les falta visión a largo plazo, comprensión y amor.
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