La alegría de disfrutar de una
tarde con tu hijo que se ha independizado y vive con su novia. Tenerlo de nuevo
por la casa, mirarle, escucharle, abrazarle, besarle, etc., me hace muy feliz.
Comer todos juntos una vez más, conversar en la sobremesa, viene a ser como el
eslogan de una tarjeta bancaria… no tiene precio.
Después se dedicó a buscar una
solución a la instalación que no iba de un PLC que habíamos comprado para hacer
llegar el Wifi a otra zona de la casa donde llegaba bien. ¡Cómo interpreta las
escasas instrucciones!, ¡cómo se busca la vida por internet para encontrar la
información que le hace falta!, ¡qué habilidad tiene el niño de los botones!,
es así como le llamo desde que era un niño pequeño, pues nos sorprendió desde
bien temprano por saber manejar todos los aparatos electrónicos que estuvieran
a su alcance sin que nadie le enseñara cómo debía hacerlo. Manejaba el video,
reproducía, rebobinaba para ver una secuencia que la había hecho gracia,
reproducía de nuevo, etc. Manejaba el equipo de música, seleccionaba entre
radio, cassette o CD, y escuchaba lo que le venía en ganas. Por último,
recuerdo que nos dio una sorpresa con un ordenador que mi mujer trajo de la
oficina donde trabajaba, que ya tenía unos años y estaba bloqueado, no llegaba
a arrancar y si lo hacía de ahí no pasaba, no se podía trabajar con él. Lo
instalamos en una habitación en la que teníamos los libros y una mesa para
sentarnos a leer, por si un día nos daba por trastearlo y buscábamos una
solución. En la oficina todos habían tratado que funcionara pero no había sido
factible. Por eso, como desechado le permitieron a mi mujer que se lo llevara.
Un día, en esos momentos que se
echa de menos al niño, mi hijo David, comenzamos a buscarlo por la casa. Él
desaparecía y ya estaba haciendo algo, en silencio, como siempre. Cuando abrimos
la puerta de esa habitación, a la que me referí anteriormente, el niño estaba a
los mandos del ordenador, que estaba funcionando normalmente y a la pregunta
qué haces, obtuvimos la siguiente respuesta: “una lista de equipos de futbol”.
Aún recuerdo cuando volví la mirada hacia la pantalla de aquella chatarra, con
el fondo negro y las letras en tono amarillento; efectivamente, estaba
confeccionando una lista de equipos españoles de futbol. David tendría unos
seis o siete añitos. Siempre ha sido un fenómeno con las máquinas electrónicas.
Tanto es así que cuando terminó el bachillerato, él no sabía qué estudiar y
traté que se relacionara con algo que tuviera que ver con la electrónica o los
ordenadores, comenzó provisionalmente un grado medio de electrónica, digo
provisionalmente porque las recomendaciones de sus profesores de instituto,
donde cursó el bachiller tecnológico, era que estudiara algo que tuviera que
ver con el dibujo técnico, pues como nos dijeron, y cito palabras textuales: “la
visión espacial del niño es sobresaliente, destaca de la de todos sus
compañeros”. Así que se cursó solicitud de matrícula para el Ciclo de grado
superior de proyectos de construcción, y estaba petado, no nos aseguraban que
pudiera entrar; por eso se pidió en otro centro el ciclo medio de electrónica
para que no quedara aquel año en la calle. Cuando llevaba dos semanas, aproximadamente,
en el ciclo de electrónica le avisaron que tenía plaza en el ciclo de proyectos
de construcción y abandonó su corto periplo de aprendizaje. Sin embargo hay un
detalle que no puede olvidar, la despedida fue una quemadura en los dedos en
una práctica soldando hilos de cobre.
A partir de ahí finalizó el ciclo
y como no encontraba trabajo, pues ya había estallado la famosa, tenebrosa,
macabra e intencionada burbuja inmobiliaria con la que muchos se han puesto las
botas; no tuvo más remedio que seguir formándose e ingresó en la Universidad,
finalizando en los cuatro años el grado de Ingeniería de la construcción.
Un encanto de hijo, otro día que
venga al pelo os hablo de mi otro hijo, Mario, otro encanto de hijo licenciado
en Historia, Master de profesorado de secundaria, cursando el Master de
Arqueología, dando clases particulares y haciendo visitas a turistas o
visitantes en Carmona.
Hoy ha tocado hablar de los míos,
disculpen, estoy seguro que los vuestros han de ser tan buenos chavales y
chavalas como lo son los míos.
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