En el mundo lo que hay es un
conflicto de intereses. Está claro que cada uno de nosotros tiene su micro
mundo particular, sus tendencias personales, sus convicciones, etc., y mientras
sigamos en la unidad y no en la colectividad, esto a lo que llamamos sociedad
no puede funcionar, en términos escolares, no progresará adecuadamente.
Es inevitable sentir lo que cada
uno de nosotros siente, lo que sale como respuesta de cada uno de nosotros
debido a nuestra educación, formación y experiencia, pero a pesar de ello, hay
que buscar un espacio neutro, libre de interés propio en favor del interés
colectivo, del bien general, si no estamos abocados al fracaso. De ahí viene
poner en práctica la paciencia, la tolerancia y el respeto hacia el pensamiento
y los actos ajenos. Posteriormente, llega el diálogo y se debe alcanzar la comprensión.
Si no es esta la senda de las relaciones humanas, digo que vamos muy mal…
escuchen las noticias, los informativos, lean la prensa. Verán que al lado de
cantidades de mentiras, medias verdades y otras falsedades interesadas y
manipuladoras, hay demasiado horror y destrucción.
Tenemos que darnos cuenta del
error, del conflicto. Tenemos que hacernos consciente de lo que está
sucediendo, de lo que protagonizamos directamente e indirectamente, unas veces
con la acción y otras con la pasividad, pues ambas tienen sus repercusiones, y
los problemas no se arreglan solos cuando cogen una deriva. Es entonces cuando
se deben poner en práctica los valores más esenciales y necesarios en las
relaciones, aquellos que antes nombraba: paciencia, tolerancia, respeto, diálogo
y comprensión. Si todos, al margen de nuestros propios intereses, hiciéramos prevalecer
esos valores cuando al menos hay otras personas implicadas en la situación de
que se trate, estoy seguro que los problemas que arrastra la humanidad se
solucionarían. Nuestro egoísmo ha de pasar a segundo término cuando se trata de
vivir en comunidad. El bien de todos, de la gran mayoría, las medidas lógicas que
conducen al bienestar, debe anteponerse a los criterios particulares y parciales
de algunos.
Todo está sucediendo en el mundo
porque unos pocos cegados por su codicia y avaricia tratan de imponer sus
normas, pensamientos y convicciones, al resto de la humanidad. Esto es lo que
hay, no hay más. Hay un egoísmo exacerbado que no entiende de código legal,
ético o moral, sino que hace lo que tenga que hacer para conseguir sus
objetivos, por lo general, crematísticos, materiales, tangentes. Al mismo
tiempo que esto sucede hay una serie de falsas organizaciones que debieran
impedir todo eso y proteger al ser humano, pero están “compradas” por ese combinado
mafioso y delictivo. Estamos desprotegidos y vivimos bajo la dictadura de unas
normas que no las dictan los ciudadanos de ningún país del mundo, sino aquellos
poderosos que desde la cobardía de saberse ocultos, oprimen, reprimen,
explotan, asesinan, roban, etc., al resto de la humanidad.
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