sábado, 14 de marzo de 2015

DE VUELTA A CASA




Cuando escribo y lo cuelgo en la red tengo el propósito de ser leído por muchas personas, no voy a ocultar lo que quisiera que se produjese, pero no pienso en ser famoso, no van por ahí los tiros. A mi me gusta compartir pensamientos, ideas, sueños pues albergo la esperanza de que podamos ser más para llevar a cabo algunas cosas, algunos proyectos. También, trato de ilusionar con aquellas cosas que a mi me entusiasman, no puedo quedármelas solo para mí, disfruto compartiendo aquellas ideas que, tal vez, ayuden a otros.
Hay gente más reservada o que les gusta menos relacionarse, abrirse, yo soy lo contrario, entiendo que soy como soy, que cada uno es como es, que no hay nada que ocultar, que en el fondo somos lo mismo y que si dejamos que las corazas caigan, nos va a ir mucho mejor a todos. Es tiempo de volver a encontrarnos, de mirarnos, de acércanos, de abrazarnos y de amarnos. Esta es la verdadera revolución de la humanidad, comprender, ser consciente, vivirse como tal, como conjunto con un objetivo interior profundo: crecer, despertar cualidades que todos poseemos y que nos llevan inexorablemente a la disolución de la distancia entre nosotros y toda manifestación de vida. Solo en nuestras cabezas se ha generado un pensamiento de individualidad siendo una colectividad, la humanidad. Debemos sentirnos humanidad, somos la humanidad y podemos experimentar el amor incondicional y desinteresado por todos los seres vivos.
Las bases actuales sobre las que se asienta el orden social, incluido en este término todo el abanico de actividades conocidas, se aleja de nuestro principio o ser, se olvida de quienes somos y nos obliga a acomodarnos como mejor podemos cada uno de nosotros. Hemos sido educado con pautas de conducta aprendidas para facilitarnos la integración y las relaciones, porque hemos dejado de tener conciencia de quienes somos, por eso nos han hecho falta las normas. Solo cuando se es consciente, se comprende, se respeta y se ama; entonces no hacen falta leyes artificiales para que se respeten las cosas y las personas. Entonces se está preparado para vivir en sociedad, se sabe lo que se debe hacer, se conoce lo correcto, es cuando los demás importan, cuando los demás cuentan, cuando los demás son como nosotros y cuando se ama sin un motivo concreto.
Escribo esto porque lo siento cerca, quizá es tiempo de un nuevo orden, es como si presintiera que algo va a pasar, la revolución de la humanidad ya no puede esperar, es necesario que crezcamos, que avancemos, que desarrollemos todas nuestras cualidades, que estemos disponibles al menos, porque no se trata de volvernos locos haciendo miles y una cosa. Es esperar estando dispuestos a cambiar, abiertos a nuevas experiencias y sensaciones, es tratar de ser cada día algo mejor, con todo lo que eso conlleva; el resto vendrá por añadidura. Confío en que llegará pronto, es la vía, el camino de vuelta a ser plenamente lo que somos y como cualquier río que trae agua, esta está constantemente tratando de transcurrir hacia su cauce natural.

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