sábado, 14 de marzo de 2015

ES HERMOSO MADRUGAR




Madrugar es empezar a vivir bien temprano, es estar despierto cuando los demás están dormidos. Madrugar es empezar un nuevo día y sentirse vivo, es descubrir las calles en silencio, con poco o ningún tráfico, caminar cuando aún no ha nacido el Sol, cuando va cambiando la luz, cuando va amaneciendo.
Levantarse bien temprano cuando en casa todos duermen y, hacer aquello que te gusta es un placer infinito. Estás tú y lo que haces, no hay nada que te distraiga, no hay ruidos, no hay conversaciones ni voces, no hay sonido del paso de vehículos, la vida parece estar parada para todos menos para ti.
Hace años salía a correr cada día, hacía footing por los parques y por las calles de mi ciudad y recuerdo muy bien, pero que muy bien, aquellos domingos y festivos en los que a las siete de la mañana ya estaba pateando las calles. Normalmente, me dirigía hacia el centro de la ciudad, ¡era una pasada! recorrer todas las calles del centro sin tráfico alguno, sin humos, en silencio, recibiendo en mi piel, en mi rostro y en mis manos, ese frescor característico del amanecer, independientemente de la estación del año en que estuviéramos. Un frescor que ayuda a despertarte más y a percibir mejor todo lo que alcanzas con tu vista. Os aseguro que es una forma genial de comenzar el día, corriendo, relajado, disfrutando, entusiasmado por hacer kilómetros, saber que estas beneficiando a tu cuerpo, potenciando tu salud, ¡era bestial!
Ahora, mi gran pasión es escribir, me levanto bien temprano, a las seis o seis y media muchas de las veces, conecto el ordenador y hago como ahora mismo, disfrutar con el relato. En casa todos duermen, ellos prefieren descansar, vivir sus sueños y yo prefiero vivir en cuanto me despierto. La cama, si no hay motivos más interesantes para ocuparla, solo la uso para dormir. Mi biorritmo me indica que debo ir a la cama temprano y que debo dejarla, igualmente, temprano. No me pesa este ritmo mío y natural, ya desde que era un niño, recuerdo que los fines de semana y festivos me levantaba y me sentaba a la mesa, aquella famosa mesa de camilla, normalmente redonda, con su ropa que la envolvía y que servía para echártela sobre las piernas para conservar el calor de un brasero que se ponía en el centro de la mesa, directamente en el suelo y posteriormente sobre un aro metálico que servía también para apoyar los pies. De ese modo se retiraban del suelo para paliar el frío irradiado por aquel, en las estaciones con temperaturas más bajas. Todos dormían en casa, desde la mesa podía oír los ronquidos de papá y yo leía o dibujaba, aunque lo del dibujo no se me daba bien, pero recuerdo que persistía, era constante porque lo importante era aquel tiempo vivido en esas circunstancias, envuelto en aquel hermoso y gratificante silencio.
Ser diferente era ser yo, eso nunca me preocupó, no me preocupa porque aunque se que en lo más profundo somos lo mismo, en las formas hay una gran pluralidad que hermosea el jardín de la vida. Buenos días y un abrazo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CUALQUIER DÍA ES BUENO PARA MORIR

CUALQUIER DÍA ES BUENO PARA MORIR

Mis tres primeros libros

Mis tres primeros libros

SOMOS LA LOCOMOTORA DE LA CORRUPCIÓN DE LA UE

SOMOS LA LOCOMOTORA DE LA CORRUPCIÓN DE LA UE
Volumen 1, 2 y 3

NOVELAS CORTAS DE FICCIÓN

NOVELAS CORTAS DE FICCIÓN

CRÍTICA SOCIAL-POLÍTICA 2016

CRÍTICA SOCIAL-POLÍTICA 2016

TRABAJO INTERIOR

TRABAJO INTERIOR

UN POCO DE MÍ

UN POCO DE MÍ
Críticas y soluciones