sábado, 2 de mayo de 2015

PONGA UNA FUENTE EN SU VIDA




En los últimos días he estado haciendo una pequeña instalación eléctrica en el jardín de casa, donde tenemos un pequeño estanque, que hice hace años y al que nunca le doté de su motor correspondiente por esa pereza propia que a todos nos invade cuando las cosas son para uno. Así que me remangué, ya digo que era poca cosa, y la finalicé; esto no es lo importante a lo que me quiero referir, sino a los beneficios que vengo obteniendo cuando pongo a funcionar el motor y su consiguiente movimiento de agua se produce. Me siento cerca del estanque y escucho el chapoteo continuo de los chorros de agua golpeando contra la superficie, al mismo tiempo que me aporta relax. A esto le añado un segundo beneficio, apreciado ayer mientras disfrutaba del momento, es que refrigera. Ayer ya hacía calor en Sevilla y sus alrededores, yo vivo a unos dieciocho kilómetros de la ciudad e hizo un día bueno y un poco caluroso, preámbulo de lo que viene y a lo que todos los años nos tienen acostumbrados los tórridos veranos del Sur. Pues bien, sentado junto al estanque el aire atravesaba los chorros de agua y se estaba de escándalo, ¡qué verano me espera sentado junto a los chorritos!
A todo eso, hay que añadir el canto continuo de los pajarillos que revoloteaban de árbol en árbol, caía la tarde y se organizaban para localizar los emplazamientos que les permitieran pasar la noche. Lo hacían sin dejar de emitir sus agradables y variados cantos, a cuales más hermosos y afinados; los chorros saltaban, como si desde un trampolín se lanzaran contra el espejo que formaba el ras del agua. Saltan gotas en todas las direcciones, de esa parábola de chorros golpeando contra la masa que forma el líquido. . ., así va cayendo la noche. Mis perros se encuentran tan a gusto como yo y se sientan alrededor de mí, relajados y atentos al mismo tiempo, como solo ellos saben hacerlo. ¡Estaba en la gloria, si es que esta existe!
Nada de radio, nada de televisor, hoy no había nada de esos pasatiempos tan comunes, hoy había naturaleza, contacto con la misma, rodeado del seto que me separa de la calle, algunas plantas, árboles, pájaros, perros, grama, agua y “aire acondicionado natural”, el frescor que producían los chorros del estanque. El efecto que generan las fuentes es agradable, gusta y pienso que nos beneficia; a modo de eslogan exclamaría: ¡ponga una fuente en su vida!, el setenta por ciento de nuestro cuerpo es líquido y también nos pasamos nueve meses de gestación zambulléndonos en el líquido amniótico. Nos sentimos cercanos a este medio acuoso y escuchar como fluye el líquido elemento, va más allá de lo que percibimos por los sentidos de la vista y el oído.
Hay pequeñas fuentes que se pueden tener en el interior de la casa, incluso de sobremesa, y el murmullo del agua al descender por los obstáculos que en su camino se dispongan, así como el golpeo de sus gotas o chorritos, nos hablan, tal vez a un lado profundo de nosotros.

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