lunes, 18 de mayo de 2015

TRAGEDIA EN AGUAS ASIATICAS

                                Imagen: elcomercio.pe


De nuevo otra tragedia y otro fracaso de la humanidad, incluyendo toda la parafernalia burocrática de los Gobiernos y las diferentes asociaciones, organizaciones mundiales, etc. De nada sirven, cuando se repiten los fiascos en inmigración como el que está ocurriendo en el Golfo de Bengala, donde seis mil personas procedentes, en su mayoría, de Birmania han salido de su país embarcadas y huyendo por ser una minoría musulmana.
Las autoridades de Indonesia, Malasia y Tailandia se niegan a acogerles y el único detalle de generosidad es ofrecerles algo de agua y comida; por otro lado, como no quieren que alcancen sus tierras lo que hacen es remolcarles hacia alta mar y abandonarles a su suerte, en el mayor desprecio que se le puede hacer a la humanidad.
De nuevo, las fronteras, las leyes, el egoísmo y entender mal el sentido religioso de un pueblo o parte de él, genera: terror, odio, abandono y seguro que enfermedades y muertes; porque en esas pésimas circunstancias de higiene, hacinamiento, desatención, casi sin agua y sin comida, no puede traer nada bueno para todas esas miles de personas. Falta sintonía entre los países, existen cientos, miles de organizaciones que esconden la cabeza y no me refiero a las que trabajan con sus propios medios, con los que se procuran, sino que me refiero a las constituidas gubernamentalmente, entre gobiernos de muchos de los países del mundo.
Cada día se hace más cruel este planeta que soporta tantas guerras, tantos asesinatos, que pone en evidencia el enorme delirio mental que estamos padeciendo. Los problemas tan enormes por las diferencias de bienestar y confort entre las distintas zonas el mundo, las dictaduras que viven en la opulencia mientras mantienen sumidos a sus ciudadanos en la más terrible hambruna. Se opone la imagen de los magníficos palacios, de las imponentes muestras de la vanidad de algunos, contra la pobreza extrema del resto de los habitantes de esas regiones. ¿Nos hemos vuelto locos o qué está pasando?
Hay recursos suficientes en el mundo como para que todos viviéramos muy bien. Hay dinero en el mundo, que si se distribuyese más racionalmente, podríamos vivir todos mejor. Hay extensiones de tierras tan enormes como para que ningún ser vivo pasara hambre con el cultivo de las mismas. ¿Por qué se tiene que castigar a las franjas de población más débiles? Nos estamos equivocando completamente, el ser humano ha dejado de serlo, es ahora un depredador más, ha entrado por méritos propios en el mundo salvaje, se ha embriagado de tanta vanidad, prepotencia y egoísmo; se ha olvidado de sus semejantes y hace la criba fácil, la que se asemeja a un matadero y perdonen la comparación. No le importa al hombre actual sacrificar a los otros cuando no siguen sus pautas, cuando exigen su libertad o cuando le quieren mover el sillón. El poderoso quiere seguir explotando a sus semejantes para seguir estando arriba, para diferenciarse, para seguir enriqueciéndose del trabajo de los demás. Hacen falta dosis de humildad y de humanidad tremendas o esto se va a pique.

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