lunes, 17 de octubre de 2016

LA NUEVA ESCUELA




En los planes de estudios habría que trabajar mucho, pues hasta el momento es el mismo para todos, pero no todos los niños tienen la misma retentiva, no todos aprenden al mismo ritmo ni tienen las mismas inquietudes por tal o cual asignatura. Es por ello, que los planes de estudios deberían adaptarse más a los niños y no al contrario.
La formación de la población junto con una buena educación impartida por los padres, principalmente, y reforzada por los profesores en segundo término, es la base primordial del progreso, del respeto y de libertad de un país. A pesar de ello, insisto, creo que no se le presta la atención adecuada y exigida para tan fundamental apartado de la sociedad. Los criterios de la formación no pueden ser unitarios porque la diversidad de los alumnos y alumnas es patente y tangible. Existen diferentes niveles intelectuales que obligan a diferentes métodos y velocidades en el aprendizaje; lo que obliga a un estudio más amplio de posibilidades para poder realizar las etapas formativas.
Ya es duro para los más pequeños estar separados de su hogar y de sus padres varias horas cada día, para que encima lleguen a casa apesadumbrados porque tienen el temor de no poder llevar los deberes hechos para el día siguiente. Las tareas para hacer en casa se deben terminar, todo lo de la escuela hay que aprenderlo en la misma, en las horas escolares y dejar tiempo a los chicos para que jueguen cuando retornan a casa. Si ello exige que los cursos sean más largos, o que el tiempo actual de dos cursos sea uno, pues que así sea, ¿quién tiene prisa?
Además, hay que ofrecer diferentes caminos para la formación, de modo que los niños con una tendencia natural y habilidades concretas en alguna materia de su interés, puedan dedicarse a ella cuanto antes mejor. Inmersos en ella, los críos y crías se sentirán felices y mostrarán todo su interés y atención. Hay chicos y chicas que no son capaces de digerir ciertas materias, pero son excepcionales para otras, pues que los contenidos de sus cursos amplíen los conocimientos en esas direcciones, incluso obviando o, simplemente, dadas muy de paso aquellas otras. Ustedes pensarán que no se puede hacer un plan de estudios personalizados, y lleváis razón, pero tampoco es factible lo que tenemos ahora, un curso para todos y que lo sigan como puedan… además mandando tareas para casa de cada asignatura… los niños toda la tarde enredados, los padres toda la tarde ayudando a los niños. A parte de ello, si a un niño o una niña no le entra una materia, le acarrea un sufrimiento, un temor a las clases, y no digamos a la hora de afrontar los temibles exámenes.
Ya que he nombrado los exámenes, llevo mucho tiempo pensando que estos se han de suprimir. Es absurdo aprender de memoria para superar el examen y después olvidar. Este apartado tampoco está conseguido, los cursos se han de terminar para cada alumno cuando han aprendido algo, cuando lo razonan. Es más, quizás los estudios a realizar no deberían estar fraccionados en cursos, así no hay ese interés a pasar de curso, sino que debieran ser un todo a aprender. El alumnado comienza, y conforme algunos alumnos o alumnas alcanzan ciertos niveles de aprendizaje, pasan a otras clases. Es como si las clases fueran sistemas de decantación por materias y cotas. Creo que esto sería más natural y menos traumático que la obligación trimestre a trimestre de superar exámenes, igual curso tras curso. ¿Hay algo más valioso que descubrir las habilidades y lo que más gusta a un alumno o alumna, y potenciarlos? Los planes de estudios deberían ir encaminados a que nuestros hijos e hijas sean personas felices y buenos profesionales de aquello que más les interesan a ellos. Cuanto antes se involucren con el conocimiento que les gusta, tanto mejor. Todo esto y una coordinación con las ofertas de empleo, deberían estar contemplados en la organización del sistema educativo de cualquier país. Este último es un punto importante, tan solo tenemos que ver el número de plazas ofertadas para cada especialidad, y el número real de posibles puestos de trabajo que se producirán para los que vayan titulándose en las diferentes especialidades. Cada año se lanzan al mercado laboral algunos miles de desempleados más, porque no existe la coordinación referida. Ahora entraríamos en terreno farragoso, los que estudian más obtienen puestos de trabajo, por lo general, mejor remunerados, justificándolo porque es la compensación a un mayor esfuerzo en su formación. Esto hace que muchos traten de optar a licenciarse y se suman a los parados licenciados. Si por el contrario, también hubiera unos estudios amplios para profesionalizarse como operarios para la industria, pongamos por ejemplo, y su posterior remuneración poco se distanciase de la de los licenciados, el equilibrio de puestos de trabajo al que se optaría sería mayor. De cualquier manera, vemos que también hay demasiados flecos en todo este tema de la formación y el trabajo.

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