viernes, 7 de julio de 2017

TIEMPO DE VACACIONES

                                                            Imagen: www.abc.es


Estamos en tiempos de vacaciones y las personas se disponen a hacer las maletas para vivir una corta temporada en otro lugar del Planeta. Los desplazamientos por tierra, mar y aire se acrecientan, también las reservas en hoteles, los alquileres de vehículos, las entradas a monumentos y museos, etc.
Hay muchas personas que tienen que hacer algo diferente a lo que hacen el resto del año, pues de lo contrario, no son vacaciones para ellas. Yo me pregunto: si estoy bien aquí y mi objetivo es estar bien, sentirme bien, y aquí lo estoy, qué necesidad tengo de desplazarme. Es tal vez un argumento un poco débil al que se le replica fácilmente: por conocer otras cosas, otros lugares del mundo, otra gente, etc. Tal vez lleven razón todos los que se expresen así, pero no es una demanda en mí. Viajar me resulta incómodo, hacer la maleta, moverte tirando de ella, correr para tomar el medio de transporte, la tensión de estar sujeto a un horario determinado, los diferentes trámites: facturar, embarcar, guardar cola, el registro de seguridad, etc. Todo esto no me gusta, soy bastante sedentario, me gusta mi entorno, mi casa, mi barrio, mi familia, mis vecinos, mi pueblo y mi ciudad. Lo que sí haría es ir a vivir a cualquiera de esos lugares tan paradisiacos, hermosos y salvajemente naturales. Haría las maletas una sola vez para ir a instalarme en cualquiera de ellos, ¿cómo no va a gustarme esos lugares de ensueños, esos parajes tan frondosos, montañosos, con lagos, cascadas de agua, verde, piedra, medio selváticos?, ¡claro que me encantan! Me gusta la tranquilidad, la necesito, la busco, rehúyo de las aglomeraciones, del rotundo murmullo incesante de una ciudad, conversaciones en voz alta, tubos de escape explosivos y aceleraciones desmedidas. Me gusta el silencio, la paz, el canto de las aves, el gorgoteo del agua transitando un lecho de rocas… en definitiva, la expresión natural de la vida.
Muchas veces veo algún programa de viajes y me gusta lo que veo, admiro las peculiares formas y costumbres de las distintas zonas de la Tierra. Las valoro, las disfruto desde el sofá del salón de mi casa, incluso en ocasiones veo rincones del mundo a donde me iría a vivir con los ojos cerrados, y siempre me sucede cuando se dan los elementos que antes mencionaba. El conjunto de todos ellos me atraen, tiran de mí, soy parte de ellos, soy de allí, en mi impronta han de estar grabados: las rocas, el verde, las montañas, el agua. Pero no quiero viajes programados, no quiero viajes concertados, no quiero ofertas de paquetes en los que te llevan a ver muchas cosas en muy poco tiempo. Si llegara el caso tendría que ser a nuestro aire, a nuestro ritmo y por las rutas que decidamos, pero me vuelvo a parar, lo estoy sintiendo de nuevo: no quiero moverme de aquí para allá… me dice bien poco, mi demanda es interior y a esta no le hacen falta los viajes, las maletas, las reservas, billetes y todo ese trastorno.
Cada uno es feliz de una forma diferente, esto es lo grande de esta existencia. Tú viaja, que yo te estaré esperando cuando vuelvas… un abrazo.

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