miércoles, 3 de enero de 2018

EL REMATE DE LA PUNTILLA DE ESTAS NAVIDADES

                                         Imagen: www.capsulasdeverdad.com


Esto es personal, y no lo más correcto para difundir en el blog, pero como se acordarán en el escrito que titulé: La puntilla de estas navidades; expresé cuanto me ocurrió con los perros de mi vecina y sobre el comportamiento de esta, aún más grave. Fui víctima de su agresividad y de los insultos de su lengua viperina. Desde entonces, que eso fue el pasado día 29 de Diciembre ha estado sopesando si actuar, hacer algo, denunciarla o hablar con su padre, una persona que la considero más dialogante y conciliadora, pero he ido dos veces a su casa y ninguna de las dos veces he coincidido con él. Posteriormente he agarrado el resfriado este bestial que tiene a media población fastidiada y quedó el tema en stand-by. Esta noche, entre toses y vueltas en la cama, se me vino el tema a la cabeza, recordé toda la secuencia de agresión y humillación sobre mi persona, en lo que para mí fue un claro abuso por ser mujer y saberse protegida por las leyes. No estoy diciendo que deban estar menos protegida, sino que la forma en que actuó, que era ella la que me empujaba e insultaba con una actitud tan vehemente, sin tener respuesta en contra, cuando debería estar pidiendo perdón por lo que sus perros habían protagonizado, es lo que califico de abuso, y no puedo entender que se produzca este sin la protección actual de la ley por los acontecimientos desgraciados de violencia de género. En este caso, la violencia recayó sobre mí y procedía de una mujer, por supuesto, nada comparable con los sucesos luctuosos, pero los empujones y los insultos me los llevé yo. Así que esta noche decidí que no se podía quedar así, sobretodo, porque estoy seguro que volverá a pasar porque siempre trae a sus perros por detrás de mi casa, por eso hemos coincidido en otras ocasiones.
No está mal que sepa esa chica que si se agrede y humilla a alguien, te denuncian y ya las autoridades tendrán conocimiento de cómo actúa ella y sus perros, por si algún día hace falta denunciarla de nuevo o los perros llegaran a morderme. Por todo ello, cuando termine y cuelgue el escrito, me ducharé, desayunaré e iré a la comandancia de la Guardia Civil, pues al pertenecer nuestra urbanización a Carmona, un pueblo, es lo más factible. A mí no me gustan estas cosas, creo que a nadie le es agradable denunciar a otros, pero lo que no podemos es vivir en un territorio sin ley si los habitantes no saben respetarse. Es bueno que las autoridades sepan y archiven ciertos comportamientos por si se repiten en ciertas personas, ya sabrán qué hacer con ellas; a mí me basta con que le obliguen a sacar los perros con bozal cuando los vayan a dejar sueltos por una zona que transitamos otras personas. No busco nada más, no deseo que le sancionen ni nada de eso, pero sí que sepa que ir por el mundo impetuosamente, agrediendo con empujones e insultos, tiene al menos la molestia de tener que mostrar la cara ante un juez. No puede dejarse sin ninguna reacción de la víctima, porque de lo contrario la otra parte se fortalece y la ley, que en muchas ocasiones y dependiendo de la gente que sea, no hace nada, tiene que pararle un poco los pies a ese tipo de personas.

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