lunes, 10 de junio de 2019

QUIÉNES NO, PARA QUÉ



Parece que los pactos llegan a su fin, es muy probable que los que se llaman la derecha del país puedan gobernar en muchas ciudades de España, ¿qué más da? Ellos mismos lo dicen siempre, lo importante no es quiénes se junten sino para qué lo hacen, y es ahí donde yo quiero detenerme. Espero que los que se hagan con el poder no vuelvan a hacerlo para liquidar fondos públicos, privatizar empresas rentables públicas, no sea para legislar más privilegios para ellos o para indultar chorizos de su bando y color. ¿Qué más da los bandos y los colores?, lo que importan son sus ideas, su buena o mala leche a la hora de obligar a la ciudadanía a colar por el aro de sus caprichos y, sobretodo, de su conveniencia. Yo quiero gente que gobierne como se ha de hacer, correctamente, honestamente y pensando cada segundo en la gente y en su bienestar. Que la gente tenga tendencia “A”, o tenga tendencia “B”, es secundario, a la hora de gobernar se ha de ser de la gente, no del partido, no de los intereses particulares.
Cuando la gente, que no es tonta del todo, habla de gobernadores peligrosos por su ideología, lo hacen porque tienen motivos para hacerlo, basándose en cómo lo hicieron en el pasado. También lo hace llevada por la telelavadoramental contra aquellos que no han gobernado nunca, y lo hace porque los mensajes de aquellos ponen de manifiesto que de gobernar se les pueden acabar las mamandurrias y los privilegios de los que vienen gozando. Hay una facilidad pasmosa en esta sociedad para dar la vuelta a situaciones gravísimas de corrupción que hemos padecido. La gente olvida con suma facilidad o es un poco más tonta de lo que se puede presuponer en un principio. La gente se enamora o se envuelve en un color, como si la vida le fuera en ello, como si le fueran a dar algo directamente, y se producen múltiples enfrentamientos por la defensa de gente que cuando gobierna nos traiciona en mayor o menor grado, todos lo hacen por obedecer cantidad de intereses ajenos a los propios de la ciudadanía.
Por todo lo expuesto, insisto, no importa quiénes sean sino lo que hagan, para qué están ahí, y por lo general se deduce con facilidad que están por la pasta y el poder, así unos tras otros, tarde o temprano meten la pata y la mano. Suelen meter las dos, es lo habitual, como decían los más antiguos: “no son de más carne”, es que no hay más, es que no tienen calidad humana más allá de las ideas cerradas del negocio de su partido. Se parten la cara por ir de los primeros en las listas de sus partidos porque lo más importante es pillar cacho para cuatro años, de lo contrario se piran, se marchan, les ponen los cuernos a la ideología que defendían hasta hace dos días y se afilian a la velocidad del viento en otra formación que sí le prometan un trozo de la tarta. Por tanto, lo más importante para esos profesionales de lo público es salir en la foto e ingresar en sus cuentas corrientes, nada corrientes al final de la legislatura, las mamandurrias en forma de dietas (1.800 €) que se cobran por no vivir en la ciudad en la que se “trabaja”, aunque previamente se haya comprado una vivienda, algo que nadie revisa ni tiene en cuenta para favorecer el bolsillo de aquel. Son un club, un clan, y también le es apropiado llamarle banda, llegando incluso a ser, como hemos visto en varias ocasiones, una banda criminal perfectamente orquestada para delinquir.
Llegados a este extremo empieza a ser inquietante el “quiénes”, porque el “para qué” lo revelan sus actos, el latrocinio cometido y sus tropelías. Si la gente que gobierna va bien, se comporta como gente normal y decente, volveríamos a despreocuparnos del “quiénes”, pero una vez visto el material: la que roba los botes de crema de la cara, el que fue capaz de encubrir a los cientos de corruptos que surgieron por toda España, el falso estudiante, el que ha chupado toda la vida de un partido y, supuestamente, compartido una ideología para cambiarse de filas como el que se cambia de camiseta, el que no ha dicho una palabra de los EREs, el que iba a publicar la lista de defraudadores, la cazatalentos y su clan de ranas, etc., deben entender que no nos fiemos ni del que escribe, y hacen bien. Hemos llegado a tal punto que cualquiera puede ser empapelado por publicar unas letras, sino que le pregunten a Valtónyc, sin embargo los mangantes y corruptos pululan por muchas ciudades españolas sin que la justicia se atreva con ellos, no vaya a ser que digan algo, que suelten guita y por quitar algunas ramas, ellos dejen caer el árbol, como dijo el “honorable”.
Las cúpulas están apresadas e inmovilizadas por el miedo, puesto que los que han gobernado tienen motivos para mantener silencio, y así no se puede hacer justicia en un país, cuando todos los que han estado tienen tanto por lo que callar. He echado en falta al gobernante valiente que exigiera justicia, que empleara transparencia en la gestión pública, que fuera con la verdad por delante, sin tapujos, y que fuese capaz de hacerse el harakiri político antes que pasar por los aros vergonzosos por el que vemos pasar a unos tras otro, no tenemos democracia sino mafia.

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