miércoles, 10 de julio de 2019

EL COSTE DEL PROGRESO

                                                       Imagen: www.ssociologos.com

Progresar tiene un coste, eso es indudable, los tiempos cambian, las necesidades también y las industrias han de saber reconvertirse con agilidad. Esa reconversión puede significar en muchos casos desempleo, mayor inversión, volver a iniciar la actividad y el negocio en campos desconocidos o nuevos, y todo ello implica costes humanos y monetarios.
Hoy hablaba la radio de 150 camioneros afectados porque las centrales generadoras de electricidad no se alimentaban, salvo un 2%, con carbón, debido a la alta contaminación resultante. Esos camioneros eran los encargados del transporte del carbón entre el puerto exterior de Ferrol y la central térmica de Endesa situada en As Pontes.
El caso es que ese bajo consumo de carbón ha propiciado que la flota de 150 camiones lleve sin actividad 60 días, por lo que han organizado una marcha desde Galicia a Madrid, tratando de llevar su protesta a la capital de España. Esos 150 camiones cubren la ruta diaria entre el puerto exterior de Ferrol y la central de Endesa de As Pontes.
El carbón antiguamente se extraía de suelo pontés, pero en la actualidad la mayoría del carbón utilizado en la central de Endesa procede de Indonesia, más concretamente de Tutupán, llegando a Ferrol en grandes barcos.
Todo lo referido no es más que un ejemplo de lo que está por venir, pues muchos sectores industriales se verán afectados por los cambios necesarios para seguir el ritmo vertiginoso de adelantos tecnológicos. El coche eléctrico no avanza a la velocidad que debiera, en parte, por un problema similar…, ¿qué sucederá a la industria auxiliar que fabrica en la actualidad miles de piezas de los motores de combustión interna, cuando por ser los vehículos eléctricos no se necesiten? Toda esa industria debe saber reconvertirse ya y dejarse de la mentalidad hasta ahora reinante de exprimir al máximo la inversión realizada hasta la fecha. Los tiempos cambian y el progreso viene empujando irreparablemente a pesar del frenazo que la economía le produce. El chantaje no puede ser que la gente vaya a perder sus puestos de trabajo o que los empresarios deban parte de la inversión realizada y tengan que rentabilizarla. El Planeta, la salud y el bienestar de la humanidad se pone en peligro si seguimos demorando el progreso hacia estilos de vida e industriales más conciliadores con el bienestar general.
No se trata de correr pero sí de ajustar mejor los tiempos, no nos podemos precipitar, pero tampoco podemos perder el tren, quizá, después sea tarde o el proceso de destrucción sea irreversible. La implicación ha de ser de todos, tal vez, en el caso de los camioneros que nos ocupa, por ponerlo de ejemplo para el futuro, no sea la mejor opción comprar camiones o cualquier otro bien sino alquilarlos, un renting hasta que la actividad dure. Cuando no haya trabajo para ese bien o herramienta, se devuelve y se deja de pagar el alquiler. En definitiva, se trata de apartar un poco de tu ganancia para pagar ese alquiler mensual del bien, liberándote de todo pago en cuanto no tengas trabajo.
No obstante, esa no es la solución definitiva, la industria debe adaptarse a los tiempos asegurando trabajo para toda la mano de obra activa que desee trabajar. El problema de fondo que yo veo en estos momentos de reflexión, es que un día se dejó el control en manos privadas cuando somos un colectivo social que ponemos dinero para asegurarnos el supuesto bienestar que debemos recibir a cambio. Es por ello, que se me hace inconcebible que dentro del plan no estuvieran los puestos de trabajo, algo tan primordial para poder vivir, puesto que hace tiempo dejamos de ser cazadores-recolectores, tenemos otras necesidades y eso origina otros gastos, muchos de ellos mensuales y fijos a los que debemos corresponder con unos ingresos que deben proceder de nuestro trabajo. No entiendo, repito, cómo la organización social permitió la privatización de la actividad laboral cuando era tan prioritaria y necesaria para la gente. El ente público que constituimos todos, es el bloque que aporta fondos para vivir de una forma determinada, lamentablemente, dictada por minorías, algunas veces, en contra de los intereses del mismo colectivo que pone el dinero para que este ente gigantesco exista. Es incomprensible que eso suceda porque casi todos flirtean con los poderosos, aquellos en cuyas manos se dejó la parcela laboral de la que sacaron sus grandes fortunas al no hacer un reparto justo y correspondido al esfuerzo de sus empleados. De hecho, ellos se hicieron ricos en unos años, mientras sus empleados se llevan toda la vida trabajándoles y no salen de la miseria. Aquí hay algo que no va bien, el reparto de la riqueza es muy desigual entre la población, y de todo hay que culpar a los gobernantes, pues son los que han tenido la capacidad de legislar de un modo diferente para que no hubiera acontecido tal desequilibrio económico dando lugar a las clases sociales y al agravio comparativo entre las personas.

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