viernes, 5 de julio de 2019

LOS GRANDES SINVERGÜENZAS SE ESCAPAN

                                                 Imagen: www.alertadigital.com

En este país, los grandes sinvergüenzas eluden la acción de la justicia, la mayoría de las veces con la ayuda de algún fiscal o de algún juez, como es el caso de los EREs de Andalucía. Hay que ver el tiempo que lleva este proceso dando vueltas por los juzgados, con sustitución de la jueza y todo para beneficio de los implicados, en un principio: dos expresidentes de la Junta de Andalucía, seis exconsejeros, 14 exaltos cargos, etc., hasta llegar a completar la corrupta cifra total de 500 imputados en la causa.
La actual jueza, María Núñez Bolaños, no deja de echar balones fuera, demorando la conclusión del proceso judicial correspondiente a este caso. Es por ello, que digo que los grandes sinvergüenzas siempre se las arreglan para comprar, seguramente por ideología y con algo o mucho de dinero, al poder judicial cuando tiene que actuar en su contra. Los jueces y, a veces, los fiscales también demoran, exprofeso, las diligencias procesales para que tenga lugar la “bendita” prescripción de delitos, ese salvoconducto implantado, sin razón alguna, a la vista de los ciudadanos decentes para que puedan librarse ciertos delincuentes de la clase alta de esta sociedad española. Ejemplos se dan en cada uno de los casos de corrupción, estafa y fraude cometidos por personalidades y altos o exaltos cargos públicos. Llegados a este punto, no puedo dejar de nombrar al “honorable”, el padre del clan Pujol, quien confesó haberse llevado más de treinta años estafando al fisco español, pero la justicia no ha tenido lo que se ha de tener en un Estado de Derecho para encerrarle. Sabemos que Pujol fue tan bravo que llegó a amenazar al Estado español, cuando llegó a decir que si tocaban las ramas, él haría caer el árbol. Ante tal amenaza, ya no la justicia, que también, sino el Estado español se acojonó y permitió que alguien, un ciudadano, se riera de todo un país y de toda su infraestructura judicial, gubernamental, Institucional, etc.
Así es la justicia de este país, o sea, que es deficiente y en muchos casos inexistente. Por tanto, podemos concluir diciendo que no hay justicia aunque, a veces se encierre simbólicamente a alguien, y digo simbólicamente por dos razones, porque con frecuencia salen más rápido que entran, o porque les condenan con sentencias que son de risa, comparadas con la repercusión de los hechos y los delitos cometidos. Estaría bueno que ni siquiera apresaran de cuando en cuando a algún delincuente de estos, pero que les cuesta mucho hacerlo. Y de reclamar lo estafado o robado, nada de nada. Ese es otro tema bien diferente… el que pilla se suele quedar con el cacho. Cuatro días en la cárcel y… ¡hala! a disfrutar del botín, esto es lo típico, y es así como lo suelen hacer… así sí les merece la pena arriesgarse, como yo propongo, no. ¿Qué propongo?, lo diré por enésima vez: Caso de corrupción, autor trincado con las manos manchadas, pruebas contundentes de la UDEF y de la UCO, juicio justo, sentencia contundente… fin. ¿Cómo termina todo eso?, el delincuente no puede recobrar la libertad sin haber devuelto hasta el último céntimo del dinero estafado, robado, malversado, etc. O sea, que cuando llega el final de su condena, cumplida íntegramente desde el primer día al último, sin permisos ni beneficios penitenciarios, saldrá a la calle siempre que haya devuelto la cantidad de dinero sustraída o haya resarcido los daños a sus víctimas. Así sí se le coge miedo a ir a la cárcel, pero con el cachondeo judicial y carcelario existente, los chorizos se ríen, comenten delitos, nadie les obliga a devolver nada y a los cuatro días ya pueden estar todo el día en la calle, solo tienen que ir a dormir a la prisión. De ese modo se justifican las cientos de detenciones que suman muchos de los delincuentes, tienen todo el día para seguir delinquiendo y sumando mini condenas.
Y ya para rizar el rizo, volveré a proponer que las cárceles sean convertidas en fábricas. De ese modo, los presos generan dinero para pagarse su manutención, dar algo de dinero a las familias de los presos que quizás se quedaron sin ingresos y, por último, ir compensando los daños a las víctimas. Es asignar un salario a cada preso que se dividiría en tres partes como dije antes, para que no tengamos que soportar el gasto de la infraestructura carcelaria. Son los delincuentes los que deban costearla, no la ciudadanía inocente. Así, cuando uno de los delincuentes diga no saber dónde está el dinero robado, a razón del sueldo y de la parte que va zanjando su deuda con la víctima o víctimas, podrá calcular cuándo podrá abandonar la cárcel… ¡es sumamente fácil!, hacerlo bien y aplicar la justicia con rigor empieza por hacer leyes adecuadas pensadas para favorecer la decencia y no para favorecer la delincuencia. Modificar el concepto de las prisiones, que han derivado en los últimos años hacia dependencias vacacionales, hoteleras y lugares de ocio más o menos lujosos. No podemos contribuir a crear gente ociosa, sin obligaciones diarias, que se desconecta del trabajo, que pierde el sentido de doblar el espinazo para ganar su sueldo, sobretodo, en esos casos en los que se puede haber dejado a las familias en total precariedad, haber creado una deuda con sus víctimas y, encima, se origina un gasto a la sociedad, esto no tiene pies ni cabeza.

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