sábado, 30 de mayo de 2020

LA LEY COMO COLABORADORA NECESARIA

Argentina: La justicia como instrumento - Federico Delgado | Sin ...

                                            Imagen: www.sinpermiso.info
En una sociedad de personas irresponsables, ya que la educación, en muchos casos, no alcanza los niveles óptimos para obrar con responsabilidad, es necesario que haya leyes que obligue a las personas a tener un comportamiento más responsable. Por otro lado, faltan leyes por hacer, o se tendrían que completar las existentes para que no favorezcan las acciones delictivas.
Acabo de oír esta noticia: Hace unos días se celebró una fiesta de la “Jet” en un domicilio particular de la ciudad de Córdoba. A dicha fiesta acudió un miembro cercano a la realeza belga, que al día siguiente de la celebración comenzó a sentirse mal y dio positivo por coronavirus. Fueron invitados a esa fiesta veintisiete personas, cuando en la fase actual, en un domicilio particular, el número máximo de personas que se pueden reunir es de quince. Vinieron personas de otras provincias, cuando hacerlo también estaba prohibido. Además de los posibles contagios que puedan resultar de la relación directa entre las personas que disfrutaron de la fiesta en el interior de una misma vivienda con un positivo, queda por comprobar al resto del pasaje del avión en el que se desplazó el contagiado entre Bélgica y Madrid. Así como los pasajeros del Ave, que posteriormente tomó para ir de Madrid a Córdoba. Más la posible difusión que pudiera resultar de aquellas personas que acudieron a la fiesta desde otras provincias españolas, cinco eran de Sevilla.
¿Dónde debiera intervenir la ley para hacer a la gente más responsable? En este caso, a mí se me ocurre lo siguiente: Todos los que se saltaron las leyes, el estado de alarma y fueron unos inconscientes, deberían tener que hacer frente a todo el gasto sanitario que resultara de su incívica actuación. El belga que se pague sus gastos sanitarios: hospitalización, tratamiento, etc., y lo mismo con las otras personas que en unos días presentaran síntomas de estar infectadas… ¡por no haber atendido el estado de alarma! Por otro lado, no comprendo cómo el belga anduvo libremente y fue a donde quiso sin haber tenido que guardar los catorce días de cuarentena, viniendo de otro país. Como se puede comprobar, en cada pequeño ejemplo como este, hay cantidad de gente implicada que no ha hecho las cosas bien, incluso los servicios aduaneros o la policía que tendría que haber velado para que no entraran sin los controles previos y la cuarentena obligada.
En el día a día, hay muchas connotaciones que revelan que las leyes son insuficientes o están incompletas, no es verdad que la ley sea igual para todos, mucho menos, que se aplique de la misma forma y con la misma contundencia. El salvoconducto de la prescripción de delitos es contrario a la razón y al sentido común. Que en elecciones a unos partidos le cueste más votos que a otros sacar un escaño, tampoco se entiende, a pesar del rollo de las circunscripciones que tienen montado para favorecer a los partidos grandes. Que haya alguien en el país que sea inviolable, que no se le pueda juzgar por sus actos… ¡ya me dirán! Que matar a alguien bajo los efectos del alcohol y las drogas tenga una pena de cárcel irrisoria, tiene lo suyo. Que la gente pueda seguir saliendo a la calle con signos nazis, franquistas y agredan a los que piensan diferente, los muelan a patadas y a puñetazos, debiera estar castigado. Que se detenga en el estado de alarma a una corredora solitaria, a veces con crueldad policial como hemos podido ver en televisión, y por otro lado se permitan manifestaciones comunicadas en plena pandemia o caceroladas espontáneas, no cuadra. Cómo sigue la droga día a día entrando por los puertos sin que la policía, la guardia civil y la autoridad portuaria, la descubra. Quién autoriza las subidas de sueldo de nuestros políticos. Quién les ha dado la potestad de ser dueños de sus escaños, cómo es que el pueblo no les puede obligar a dejar la política a todo el que ha metido la mano en la caja. ¿Ha sido, acaso, la ciudadanía la que voluntariamente ha impuesto un sueldo vitalicio para los presidentes de gobierno, dónde se ha visto que los empleados sean los que hagan las leyes a las que se deban someter? ¿Por qué la ciudadanía no puede intervenir directamente, con pleno poder, en la vida política, si somos nosotros los que debemos decidir cómo queremos vivir, en qué queremos gastar nuestro dinero, o cómo destituir a los que nos perjudican o nos roban? ¿Dónde está la ley que diga que el que haya robado o perjudicado a un tercero, no verá la libertad hasta que no haya devuelto hasta el último céntimo robado o resarcido del daño a sus víctimas?
Ya lo voy a ir dejando aquí, creo que con los pincelazos expuestos se habrán dado cuenta que con las leyes hay mucho por hacer, pero como decimos siempre: si son los políticos los que deban hacerlas, ellos no van a tirar piedras sobre su propio tejado.

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