jueves, 14 de mayo de 2020

SIEMPRE HA HABIDO RICOS Y POBRES

Nueva cacerolada contra Sánchez en el barrio de Salamanca (Madrid ...

                                                 Imagen: www.lasexta.com
Por cuarto día consecutivo los vecinos del barrio de Salamanca de Madrid han ocupado la calle, se han aglomerado para protestar contra el Gobierno, han lucido su ideología roja y gualda, sus canticos franquistas, su perfil militar del color de muchas mascarillas y, cómo no, se libran del cumplimiento de la ley, y de que las fuerzas del orden público no hagan distinciones entre manifestaciones de ricos y manifestaciones de pobres.
Un día más se pueden saltar las normas del estado de alarma sin que acudan las fuerzas del orden, sabedoras de lo que allí se cuece, a poner a cada uno en su sitio, sancionarles y obligarles a deponer su actitud, como hemos podido ver en imágenes de los informativos cuando una sola corredora, mujer, sin estar rodeada de nadie, ha sido sorprendida saltándose el horario para hacer deporte y le han obligado por la fuerza a deponer su actitud deportista, incluso tirándola al suelo, inmovilizándola, etc., pero siempre ha habido ricos y pobres.
Hay que recordarle a las fuerzas del orden que en el barrio de Salamanca, a pesar de que puedan vivir muchos mandos militares, de la guardia civil, y de que le aplaudan sobremanera, se deben a su trabajo, que no es otro que velar por la seguridad de la ciudadanía y hacer cumplir la ley; y que cuando son de un bando o de otro los infractores, todos deben ser tratados igual de bien, o igual de mal, para que se me pueda entender. Lo que no es de recibo, es que a la población humilde, trabajadora y de tendencia de izquierda, se le pueda apalear en cada una de sus manifestaciones o reivindicaciones cuando se le antoje a algún mando policial o al político de turno, y a los del barrio de Salamanca haya que permitirles hacer lo que quieran, aun saltándose las normas o las leyes. O todos moros, o todos cristianos.
Durante toda la vida, los militares, la policía y la guardia civil, han sido muy de la banderita, pero el trabajo es el trabajo y no se puede mirar hacia un lado cuando el caco lleve banderita. Aquí no se trata de españolidad, se trata de respeto a las normas, no de exclusividad acrecentada por la inactividad las fuerzas del orden, evidentemente, propiciada por el cargo policial o político de turno. ¿Acaso hemos de pensar que a los pobres se les pueden apalear como algunos apalean a sus animales?, ¿alguien cree que un rico y un pobre se diferencian en algo orgánicamente, que los moretones, el dolor o la pérdida de un ojo, o el sangrado de una brecha en la cabeza, no es lo mismo en un rico que en un pobre? ¡Dejemos de abrir las brechas que las pésimas políticas han provocado en la sociedad! Estamos, ni más ni menos, en el lugar ideológico y frentista, que han propiciado los gobiernos que han existido en este puñetero país de banderitas y signos que no dan de comer a nadie, sino a los partidos y, por ende, a los políticos. ¡Que no nos sigan engañando!, cuanto más lejos estén los políticos del pueblo, mejor para toda la ciudadanía. El objetivo político es la lucha por perpetuarse en el poder y moldear la sociedad conforme a sus intereses, por lo general, condenados a las presiones de los poderosos.
La economía se hunde, es cierto, pero ninguno de los que hacen la cacerolada está en el Gobierno. Ninguno tiene la responsabilidad o irresponsabilidad de hacer un decreto con el que nos vaya a todos, o muy bien, o todo lo contrario. Ninguno siente el peso de sus decisiones, miren si no las sienten, que en evitación de poder contagiar o ser contagiados, se aglomeran y que sea lo que tenga que ser de las consecuencias de sus actos. Sencillamente son unos irresponsables. Todos queremos sentirnos libres, a nadie creo que le guste que el gobierno le tenga pisado el cuello, esta situación no nos gusta a casi nadie, y todos sabemos del daño que sufre la economía, pues cambiemos el sistema, que no tengamos que servir al señor don dinero… ¡hay formas! Es una transformación drástica y acabaría, precisamente, con que haya un barrio de Salamanca y un barrio Entrevías, lo cual no haría ninguna gracia a los de las cacerolas en la calle.
Todas las personas tenemos derecho a vivir dignamente con nuestro trabajo. Una sociedad justa procuraría trabajo para todas las personas en edad de trabajar. Un Gobierno honesto no mermaría recursos públicos en su beneficio o de sus amigos. Una policía obedecería órdenes cuando el peligro es real e inminente, no cuando sus jefes pretendan dar una lección a unos y no a otros de su mismo estrato social.

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