Veremos qué sale hoy, pues la verdad que no tengo ni idea de qué hablar, no hay ninguna fuente de inspiración concreta, he leído las noticias en la prensa digital, pero no hay nada que me llame la atención como para hacer trabajar la materia gris. Me detuve por un instante en una noticia acerca de los EREs de Telefónica, por aquello que todavía ando esperando, que no es otra cosa que la relación entre asumir gastos de dicha empresa por parte del Estado, algo que pensé cuando supe que el Estado español compraba el diez por ciento de las acciones de la empresa que estaba inmersa en un despido masivo de personal. Hechos del pasado me hicieron pensar de esa manera, nunca he entendido por qué pagamos los platos rotos de otros, por qué si los que explotan las autopistas no ganan lo que pretenden, la diferencia sale de nuestro dinero. Por qué si las eléctricas después de obtener no sé cuantos miles de millones de beneficio, aún dice que no ganaron lo suficiente, el Estado arrima algunos millones más, esto ha sucedido varias veces en el pasado. Por qué ciertos bancos y Cajas de Ahorros, dicho de paso presididos por un plantel de golfos políticos, despilfarran y saquean a la entidad, la mal gestionan y tras todo eso, el Estado tiene que volver a regalar varias decenas de miles de millones de nuestro dinero. Por todo ello, y mucho más que seguro dejo en el tintero, malpensé y me dije, estos golfos arriman el hombro seguramente para socorrer a una empresa con beneficios porque hay conexión entre dirección, realeza y Estado, no en balde cuando la privatizaron la pusieron en manos de un íntimo amigo del expresidente Aznar.
Si me enredo en este asunto no salgo de él, porque me duele que los políticos hayan expropiado empresas estratégicas del patrimonio público industrial. Nos han empobrecido, como hacen siempre que privatizan, nos saquean o despilfarran nuestro dinero, algo que se produce con demasiada frecuencia. Las empresas que no van bien nos las quedamos y no dejamos de meter dinero en ellas para guardar apariencias, pero cuando son empresas públicas que funcionan, los políticos sin permiso de la ciudadanía, las ponen en mano de amigos, familiares o conocidos de gente influyente del país... ¡Son una mafia bien organizada actuando a nuestras espaldas!
Bueno, al margen de esos mafiosos de traje y corbata que suelen acaparar bastante cuota de pantalla en los medios televisivos, hoy es día de abrir paquetitos y descubrir que alguien se ha acordado de uno... ¡Sorpresa! ¿Qué nos habrán comprado los que nos rodean? ¿Hemos manifestado lo que queríamos nos regalaran? ¿Nuestra pareja lo tiene claro, nos gustará? ¿Habremos acertado con lo que hemos adquirido para regalarle a él o a ella? No tengamos prisas y prestemos atención a las caras que ponen al abrir los regalos. Los comercios ya saben a estas alturas cómo les ha ido con las ventas, han hecho caja y pueden seguir abiertos, pero también habrá los que verán que no se cumplieron sus expectativas, ¡Ojalá hubieran vendido cuanto pretendían! Los trabajadores no poseemos todo el dinero que nos gustaría para alegrar la cara a todos, o llenar la caja de todos los negocios, tampoco la fiesta es eso, aunque nos hayan programado para ello. La vida es mucho más que el puro negocio, incluso en el fondo nada tiene que ver con eso, igual nuestra sociedad podría haber sido un conjunto de personas que todo lo desarrollan en colaboración, sin competir, sin dinero y repartiendo lo que se consigue entre todos. Pero algunos desde la antigüedad quisieron tener más que los de al lado y peleaban, mataban y expulsaban a los vecinos, querían sus tierras, sus recursos, sus animales, sus mujeres, su situación geográfica, etc. Y pusieron precio a lo que hacían y viajaban para vender lo que otros no tenían, crearon monedas y sustituyeron el trueque por el dinero y la necesidad de conseguirlo... ¡La habían liado! De aquellos barros, estos lodos. Aquella ignorancia de lo que significa un ser humano, el amor, o la humanidad como un ente que nos engloba a todos, perdura en nuestros días.
Seguiremos...
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