Que vienen los reyes magos de la imaginación y, tontos nosotros hemos vuelto a caer en la misma trampa de gastarnos varios cientos de euros para ver la cara de felicidad de nuestros familiares... ¡sigue siendo pobre! Tan solo asociamos gasto y compra de regalos con hacer feliz a tal o cual persona. Sí, hace ilusión buscar y encontrar lo que uno desea regalar a su mujer, a su marido, a un hijo o a una nieta, por supuesto, pero me dirijo al fondo del asunto, que al fin y al cabo no nos libramos de la sombra de la rapiña del mercado. Siempre está ahí con las puertas abiertas, como si fuera un águila esperando caiga la presa, y los comercios hasta la bandera de gente pululando por todos lados, si tiene el edificio cinco plantas, está lleno en cada una de ellas, en las escaleras, la gente y las bolsas recorren casi cada rincón del establecimiento, las cajas registradoras no paran de marcar cifras, abrirse y cerrarse.
Ya vienen los reyes y yo quisiera, ya que estamos programados en esta tradición, que todos pudieran comprar y regalar algo a sus hijos, porque conozco la impotencia, como padre, de no poder comprar algo tan común como es una bicicleta cuando la pedía mi hijo. Y sé lo que es llorar de impotencia porque en aquel momento no tenía liquidez para ir a un comercio y adquirir una... ¡ni siquiera una bicicleta!, y fallar así a mi hijo me rompió. Por eso deseo un imposible conforme dirigen esta sociedad los que la dirigen, que todos tengan ingresos suficientes no para tirar el dinero en cosas absurdas, inútiles o lujosas, pero sí bastante para hacer unos regalitos a su familia. Y no es que sea una obligación gastar dinero en esta fecha, pero nos adiestraron bien, y lo siguen haciendo, cuando éramos pequeños así como se hace con los que lo son ahora. Se le da un boato a la fecha, al invento de la venida anual de los reyes, a la ficción de que los reyes han venido de muy lejos en camellos y hoy se muestran por las ciudades, que van a ir a cada casa cargados de regalos y mañana a volvernos locos abriendo cajas y envoltorios de papel con motivos navideños.
Solo espero que seamos cada día más consciente de la situación de otros, que no solo estemos centrados en uno mismo y en los de la familia de uno, que podamos sentir a los demás, que nos importe lo que les suceda y cómo viven. Que lleguemos a comprender que si hay pobreza, seguramente los que la padecen no quisieran que fuese así, pero tal vez no encuentren empleo y tengan que estar mal viviendo con las limosnas que en forma de ayuda conceden las Instituciones, mientras sus dirigentes y políticos cercanos cobran sueldos de varios miles de euros mensuales. El pleno empleo nunca será una realidad porque los políticos en connivencia con los empresarios actúan de forma que no se llegue a alcanzar, y nosotros no hacemos nada para cambiar la situación, que no es votar a otros, sino prescindir de ellos, de los políticos y coger la sartén por el mango. Que cómo se hace, pues dejando de acudir a las elecciones, que nadie vote, salvo los políticos y sus familiares. Que la población casi al completo le de la espalda a la casta parasita, veréis que tendrían que pararse a escucharnos.
Seguiremos...
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