La sanidad sigue su ritmo para desaparecer, y lo veremos en cualquier momento. Es rotundamente deficiente para la demanda ciudadana, las salas se llenan de camillas y personas sentadas en sillas de rueda, que esperan horas y horas, hasta doce horas estuvimos ayer en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla para conseguir no saber qué le sucede a mi padre, porque en unos días ha surgido la necesidad de tener que aportarle oxigeno, tras un tratamiento puesto por la médico del 112 que vino a su domicilio y le recetó gotas de haloperidol. Casualmente, ante el empeoramiento de mi padre, en cuanto a movilidad, capacidad de articular palabra, etc., tras estar tomando dicho medicamento, antes de ayer le llevamos a un neurólogo privado para que le valorara, y en cuanto le dijimos que hacía unos día una médico del 112 le había mandado tomar las dichosas gotas de haloperidol, no dijo que ese medicamento solía inducir a un estado similar al Parkinson. Efectivamente, es así como se encuentra mi padre, pues desgraciadamente a mi madre la tenemos en una residencia de ancianos por sufrir dicha enfermedad y conocemos sus síntomas.
El caso es que entras en urgencias del hospital general y espera para que te valoren, espera para que te hagan las pruebas que el médico recomiende, y la gran espera para volver a ir a una consulta para que te digan qué es lo que hay, o como fue nuestro caso ni te lo digan, simplemente te anuncian que se quedará ingresado en planta cuando haya cama. Como no se queda libre ninguna, al cabo de casi doce horas de espera agotadora en el hospital, cambian el tercio y deciden dejarle en la sala de observación, donde no puede haber ningún acompañante. Como no nos dijeron nada, también tuve que hacer guardia frente a la puerta de la médico que le vio para que me aclarara por qué necesitaba oxigeno, si como decían los celadores y enfermeros, todas las pruebas eran normales, y no me respondió nada convincente. Mi padre, es una persona que ha andado mucho, no fuma, sí es cierto que tiene deterioro mental por la edad, casi ochenta y ocho años, pero que nunca ha necesitado oxigeno, y hasta hace unos días, o sea, hasta antes de tomar las gotas mencionadas, su movilidad y capacidad de ser independiente estaban intactas: se vestía, se calzaba, se duchaba, todo lo hacía sin ninguna ayuda. Ahora, en cuestión de tres o cuatro día, es imposible.
Es evidente que la sanidad no está dimensionada adecuadamente a la demanda, es por ello que se tengan que hacer esperas tan largas, y que los sanitarios y demás personal imprescindible en un centro sanitario, sufran tanto estrés y tensión. Faltan médicos, faltan enfermeros, faltan auxiliares y faltan celadores, vigilantes, etc. Cuando se abonan millones a las empresas que parasitan la sanidad pública, se deja de invertir en nuestra sanidad. Eso es palpable, ni puedes coger cita telefónica o presencial con tu médico de familia, ni te operan sobre la marcha, como no sea motivo de vida o muerte, y en los hospitales tienes que estar dispuesto a echar el día. Y si tienes que echar la noche acompañando al enfermo y con habitación compartida, prepárate para lo que te toque porque cada familia tiene su nivel y eso se convierte en charlas, jaleo, voces, ruido en general, que a los enfermos les perjudica y no les deja descansar. Por otro lado, están las normas, pero cuando solo debe haber una persona con el enfermo, hay familias que se reúnen casi al completo con su familiar enfermo, y aquello se asemeja a una feria.
Seguiremos...
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