Sigo sin comprender por qué el Estado español regala dinero público mientras mantiene una deuda pública escalofriantemente grande. No entiendo que sufrague asuntos que no son de nuestra incumbencia, o dé nuestro dinero a terceros países, cuando lo que generamos como país se ve rebasado por el gasto y ocasionamos cada día más deuda y tenemos que atender una millonada en intereses. Eso no es gobernar, ni siquiera gestionar, pues no hacen ni lo uno ni lo otro, sino derrochar nuestro dinero, que hace falta para atender otros servicios que se vienen abajo y pierden calidad a un ritmo desenfrenado.
No comprendo por qué unos pocos crean una asociación, y en lugar de vivir de sus socios, ya están pidiendo dinero al Estado, nunca son personas que manteniendo sus trabajos hacen una labor desinteresada, tarde o temprano nos enteramos que los dineros se pierden o se desvían de aquello para lo que fue pedido. Muchas ONG han sido procesadas por esa cuestión tan ruin, había gente llevándose dinero, y no destinándolo a la ayuda de los más necesitados. A todos les gusta demasiado el dinero y se les pega a los dedos. El caso es que un país endeudado no puede regalar el dinero público, que es el asunto que me trae hoy aquí. Nunca me he explicado por qué un país no es posible gestionarlo como una empresa o un hogar con moderación en el gasto, haciendo todo lo posible para no rebasar los ingresos. Por un lado, así gobierna cualquiera, con un cheque en blanco. Por otro lado, hay que revisar la obesidad de la Administración Pública, así como los sueldos de todos los que comen de la caja común. Hay cantidad de gente enchufada que no hace nada, o bien hace poco para lo que cobra. No hay productividad vigilada, no se expedienta a nadie o casi nadie en la empresa pública. Hay muy pocos o nadie, mirando por lo que es de todos, por lo que pagamos entre todos, es como si no doliera o no costara nada. Se trabaja sin cuidar la excelencia ni la eficiencia, y nadie dice nada.
Los políticos, que además tienen la caradura de ponerse sus propios salarios, meten la mano en la caja cada vez que pueden, bien directamente, bien a través de comisiones, lo que provoca que todo se pague a un precio más elevado. A ellos no parece importarles, pues como sabemos lo hacen cada vez que tienen la oportunidad: una crisis, una guerra, una adjudicación, una obra, una pandemia, el colmillo lo tienen siempre dispuesto para hincarlo en la yugular pública. Corren para enriquecerse como si no hubiera un mañana, y tan solo parece importarles la lucha por los votos, quieren y desean perpetuarse en el poder, ser los ordeno y mando, ansían una mayoría absoluta, les gustaría no tener que dar explicaciones y llevar al país hacia donde quieren y les imponen los poderes monetarios. Odian la democracia, por eso no escucha a los ciudadanos ni quieren hacerlo, antes de ello mandan a los antidisturbios a dispersar a la ciudadanía discordante. Cuando alguien se manifiesta abiertamente en contra de los principios que quiera imponer un gobierno, son calificados de traidores, de comunistas, de gente peligrosa, antes les llamaban: filo etarras, etc.
Hay que desmontar todo este chiringuito parásito, la ciudadanía debe tomar el poder absoluto sobre cualquier otro ente o Institución, pues después de todo somos nosotros los que con nuestro dinero e impuestos mantenemos el chiringuito. El poder ha de ser nuestro y gestionarnos cómo mejor nos parezca, caminando hacia donde queramos para llegar a ser la sociedad que nos venga bien.
Seguiremos...
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