¿Somos incapaces de darnos cuenta que somos la mayoría, además de los que ponemos el dinero para que todo lo que tenemos se sostenga? ¿Cómo es posible que esa minoría siga imponiendo sus leyes para beneficio de ellos mismos, y de señores que nadie conoce ni vota, que dicen hacia dónde ha de ir la sociedad? Por supuesto, nuevamente, para beneficio propio. Y mientras las cosas sigan así, no van a cambiar si el poder sigue en manos de esa minoría política que, a su vez, está a las ordenes de aquellos señores del dinero. Esto es lo que hay, no hay más, y nada va a cambiar se ponga como cabeza visible fulanito o zutanito. Existe un juego casi macabro de robo, latrocinio continuado, de comisiones, de pago de sobre precios, de estafa, de corrupción a todos los niveles, de delincuencia soterrada, de justicia maniatada y condicionada, de dirigentes no íntegros, incoherentes, que faltan continuamente a su palabra, que engañan a la ciudadanía, amorales, deshonestos y totalmente desconsiderados con la ciudadanía. Con estos mimbres no hay futuro para nadie, ni bienestar, ni buenos servicios públicos, ni progreso para el país que cada día está más endeudado. Se han acostumbrado a vivir de lo que viene de la UE, y se olvidaron de proyectar un modo de país.
Es necesaria la reacción de la gente frente a este descalabro, a estas pésimas gestiones, a este arruinamiento progresivo. Los otros tampoco lograrán enmendarlo, porque siempre se encontrarán con el techo marcado por los señores del dinero, que son los que llevan el timón de la nave, casi siempre a la deriva, al menos a los ojos de nosotros, pero que transita una ruta bien urdida por las mentes más insensibles y crueles, en cuanto a compasión por los demás. Los llamados fondos de inversión, también conocidos como fondos buitres, como su nombre indica, carroñeros a la espera que cualquier presa perezca para aprovechar cuanto puedan de su cadaver; echan a la gente de sus casas, les hacen la vida imposible, desahucian, les suben los alquileres exageradamente con tal de que tengan que abandonar las viviendas. Intermedian para subir precios, alquileres, intermedian explotando a los productores, hacen practicas ilegitimas para poner de acuerdo a tales o cuales expendedores de tales o cuales productos para encarecer el mercado. Esa minoría manda, porque todavía no ha llegado un gobierno valiente que les ignore, o que el poder fuere de la ciudadanía, no de falsos representantes vendidos a esa minoría del dinero.
No sé si algún día lograremos arrinconar a todos esos cobardes que se ensañan con los más humildes, al tiempo que echan manos de salvación a los que más tienen y mejor saben burlar la justicia y las leyes con la complicidad del gobierno de turno. Es un entorno mafioso y corrupto el que nos envuelve, saquea y explota. No sé si lograremos zafarnos de él. Lo tienen todo muy medido, nos someten con sus leyes injustas y anti democráticas, nos quitan la palabra, anulan el poder de decisión, condenan hacer un referéndum si no es adulterado y condicionado por ellos. Nos apalean en las calles si la protesta no les gusta y resulta ofensiva para sus delictivos propósitos. Se merecen una revolución en toda regla que les arrase y eche de sus puestos de poder, porque son gente no merecedora de haber llegado a una situación tan elevada. Casi todos, tarde o temprano, salen salpicados de casos de corrupción, aunque todos lo nieguen y se opongan a ser investigados. Digo yo, que a quien nada tenga que ocultar, en nada le importará ser investigado, ¿no creen?
¿A ustedes les gusta seguir postrados ante gente de esa calaña, de esa catadura moral y ética? Si no es así reaccionen, manifiéstenlo cada vez que se brinde la ocasión. No se dejen engañar. Rompan la tradición de acudir a las citas con las urnas antidemocráticas: Se rigen por una ley electoral totalmente injusta, favorecedora de los partidos más grandes y donde no todos los votos valen lo mismo, ni a todos los partidos les cuesta el mismo número de votos conseguir un escaño. Por otro lado, los partidos desvirtúan los resultados de las elecciones con los pactos para acabar no respetando lo que la gente vota. Un gobierno democrático tiene que representar lo más fielmente lo que la gente ha votado, o sea, un tanto por ciento de gente de este partido, otro tanto por ciento de otro partido, etc., así hasta que todos los elegidos en sus proporciones estén representados en el gobierno. De modo que podríamos ahorrarnos los 350 Diputados y los 265 Senadores.
Seguiremos...
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