domingo, 28 de julio de 2013

ACCIDENTE DE SANTIAGO


Entiendo, y no puede ser de otro modo, que el conductor del tren que sufrió el accidente, hace tres días, en las cercanías de Santiago de Compostela, no ha provocado de forma intencionada el desastre luctuoso, en el que se ha convertido este suceso. Tengo que entender que esa persona ha debido de cometer un error, un olvido, por supuesto irresponsable dado el fatídico resultado derivado de los hechos.
Muchas personas inocentes e inconscientes de lo que iba a suceder, cuyas vidas estaban en manos de aquella persona, difícilmente podían esperar un accidente de estas características, tan violento, tan dramático, mas cuando se encontraban tan cercanos a la estación, destino de aquel viaje inconcluso.
Hay personas que no se explican lo que ha pasado, y es legitimo preguntarse por los por qué de lo sucedido: por qué se arrebata la vida a tantas personas en unos segundos, por qué tantas personas han de vivir tanto dolor, por qué quedan desmembradas tantas familias, y en definitiva, por qué hay que pasar por todo esto a cambio de nada.
Cómo es posible que se circule por una curva con una velocidad limitada a 80 km/h, y se pase a 190 km/h, algo más del doble de la velocidad permitida. Irremediablemente tengo que pensar que el conductor se despistara, no se percatara de la curva ni de la señalización. Dónde estaba la atención del conductor segundos antes de que sucediera el accidente.
Todos cometemos errores en nuestra vida, pero cuando de tu responsabilidad dependen tantas vidas, la atención ha de ser constante durante todo el viaje. No hay lugar para perder la concentración, ni para que se interpongan los problemas personales, porque esta en juego la vida de muchas personas, y tú no te puedes convertir en el verdugo de todos esos inocentes. Nadie se puede erigir en el dueño de la vida de los demás, por lo que si no se está en condiciones de ejercer adecuadamente sus funciones o trabajo, hay que tener la suficiente valentía para comunicarlo a la empresa, porque el precio es desorbitado e inimaginable.
Muchas personas sufren porque otras muchas han visto truncadas sus vidas y proyectos. Todo porque alguien se tomó la libertad de perder la atención en lo que se traía entre manos, dando como resultado esta ruptura en la normalidad de los españoles, porque de algún modo todos nos hemos afectado por la magnitud del suceso, y por las perdidas, así como por el dolor que sufren las familias de los fallecidos.
Ya el daño es irreparable, pero si se pueden evitar otros hechos parecidos, si se trabaja con mayor responsabilidad, si se emplean mayores medios de control: humanos y tecnológicos, porque hay nivel técnico y equipos para evitar accidentes como el de Santiago de Compostela.
Si todos hiciéramos nuestro trabajo con el mayor amor posible, con la mayor dedicación, siempre pensando en los demás, con otra actitud, y en muchos casos con mayor aptitud, como para remediar contratiempos de todo tipo; todo se haría de una forma tan hermosa. Se pondrían de manifiesto los valores, el respeto, y nos cuidaríamos mutuamente, nos importaríamos más los unos a los otros.

No pueden suceder accidentes porque una empresa deja de poner sistemas de protección, prevención y seguridad, para ahorrarse la inversión. Sabemos que esto está ocurriendo, las empresas corren riesgos van en muchos casos a lo mínimo buscando hacer el menor gasto, y en estos casos puede existir el peligro de fatalidades como esta.

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