domingo, 21 de julio de 2013

HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO


Ya está, no es agradable, pero hay que hablar de ello, hay que poner fin al tabú, debemos pasar el duelo, es necesario. Cada cosa vivida tiene principio y final, hay un antes y un después, nada perdura para siempre, todo lo material tiene una fecha de caducidad más o menos próxima. Y cuando se terminan hay que olvidarlas para pasar a lo nuevo, es por ello necesario pasar página desapegadamente, para poder vivir ampliamente con todo nuestro potencial.
De entre todas las muertes, por así llamarle, la muerte de las personas es la más sentida y la que mayor dolor produce. No obstante, tendríamos que cuantificar equilibradamente los efectos, las consecuencias sobre nuestras vidas y nuestra salud, pues aquello que es inevitable no merece el derroche, puesto que no se puede hacer nada para remediarlo. Este proceder se puede confundir con indolencia, frialdad, o desamor.
Hay que aprender a aceptar hasta en estos momentos más dramáticos o más desgarradores, porque la vida sigue y hay que seguir levantándose, cumpliendo con nuestras obligaciones, y no podemos dejar que el recuerdo y el daño que nos provocamos nosotros mismos, nos aparten de la circulación, caigamos enfermos, etc. De ningún modo hablo de no llorar a nuestros seres queridos que dejan de estar en este plano existencial, y quién sabe si permanecen o no, en otros planos o dimensiones. De hecho hablo de hacer el duelo, pero un duelo con fecha de caducidad, no como a veces veo que hay personas que no fueron capaces de poner fin, y viven el resto de sus vidas inmersas en la angustia y el dolor.
Como conocemos las cosas, todo tiene un principio y todo tiene un final más o menos lejanos, pues del mismo modo, considero ha de suceder con las pérdidas humanas. Estuvo, disfrutamos de nuestra mutua presencia, nos ayudamos y nos quisimos, pero la realidad es que se terminó, e irremediablemente la vida sigue. Así que cuanto antes pueda enterrar los recuerdos, el dolor y demás sentimientos o sensaciones que pudieran portar negatividad, y antes recobre la alegría, la sonrisa, y las ganas de seguir viviendo, antes se normalizará la relación con los demás.
Según comentan algunos estudiosos, portamos ciertas cargas sutiles, procedentes de nuestros ancestros, que se manifiestan en forma de ciertos desequilibrios, trastornos o enfermedades, y  que igualmente sería necesario reconocer, para hacerles el duelo pertinente. Para enterrarlos, o para ser devueltos a sus puntos de origen, porque no nos corresponden. Podemos, una vez averiguada su procedencia, devolverlos con algún regalo, que se compró, se preparó, se llevó, y se entregó con esa intención; e incluso se le transmitió en la entrega nuestro deseo de dejar con el obsequio todo aquello que no nos corresponde, indicando que es suyo y no nuestro, y que ya no queremos llevar a cuesta, soportar, o cargar con ello por más tiempo.
Los efectos ya vendrán, aunque la liberación se sentirá de inmediato al igual que en aquellas ocasiones que necesitábamos cerrar un círculo, algo que quedó abierto o inconcluso, que consumía nuestra energía, o que tal vez no teníamos la valentía suficiente de afrontar, y por eso seguía dando vuelta en nuestra cabeza. Te hace sentir mal, te irrita, hasta que decides que ya está bien, y lo enfrentas. El resultado es la liberación, la descarga de aquello que no era tuyo, pero con lo que decidiste cargar un día.
Somos nosotros los responsables de lo que nos sucede, cuando dejamos las cosas sin concluir por falta de valentía, o bien cuando le damos demasiado importancia a lo que dicen los otros y dejamos que aquello nos invada, nos mine, nos enoje, etc. Somos nosotros los únicos responsables de todo lo que vivimos, porque hemos elegido vivirlo de tal o cual manera, porque siempre se ha hecho de tal o cual forma. Tenemos la cualidad de poder mantener el control de nuestra mente, pero dejamos que se nos escape cuando nos sometemos en un completo acto de incoherencia a lo que quieren otros.

Nuestra tranquilidad solo nos la podemos arruinar nosotros, y nuestras vidas pueden llegar a ser tan hermosas como nosotros elijamos que sean. Tenemos las herramientas necesarias para crear la vida que nosotros deseemos tener y vivir.

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