lunes, 29 de julio de 2013

LA METAMORFOSIS


Estamos rodeados de gente magnifica, todos somos personas extraordinarias, todos sin excepción. ¿Acaso no somos todos, cada cual en nuestros círculos, gente amable, buena gente como vulgarmente decimos? Estoy seguro de que es así, por tanto, todos sabemos ser buenas personas, conocemos ese modo de ser; tan solo nos falta tener la voluntad y la confianza de ser siempre de este modo todos con todos, es así de simple.
Comencemos por arreglar nuestros enfados con otras personas, pues muchas veces esta situación de desencuentro se mantiene en el tiempo porque no tratamos de dialogar con la otra parte. Dialogar es dialogar no querer aprovechar el encuentro para hacer prevalecer tal o cual postura. Dialogar en este caso es exponer la necesidad de poner fin al conflicto porque a nadie beneficia, a todos tensiona y no va a ningún sitio. Es mucho más civilizado, educado y elegante manifestar tolerancia, comprensión y empatía. Oír atentamente, mostrarse abierto, receptivo y ponerse en el lugar de la otra persona.
Todos podemos hacerlo en mayor o menor grado, todos podemos ser valientes, y hablo de valentía porque es este un acto de estas características. Lo contrario, es lo fácil, esconder la cabeza en un agujero, no dar la cara, sufrir el malestar que uno solo se ha creado con el run run de la cabeza, pero no ir abiertamente, sin dobleces de ningún tipo, a poner  fin a una situación de enfado y molestia para ambas partes.
La rabia, el odio, la violencia, el orgullo o la prepotencia no nos llevan a ningún sitio plausible, solo valen para herir, y no debemos confundirlos con la seguridad en uno mismo, con la capacidad de afrontar obstáculos o contratiempos. A estos, tal vez, deberíamos empezar a considerarlos situaciones necesarias para nuestro desarrollo, o sencillamente para actualizarnos y darnos cuenta de quienes somos y del potencial que poseemos.
Tenemos que aprender a convivir y acostumbrarnos a preguntarnos para qué hago esto, qué espero conseguir con ello, y qué consecuencias va a tener mis actos para los demás seres vivos, así como para el medio ambiente en general. Debemos poner fin o rectificar aquello que estamos haciendo por norma, sin observar las consecuencias, como he venido expresando anteriormente. Y da igual cuan jóvenes seamos o cuan mayores, porque la irresponsabilidad no tiene edad, así que por favor hagamos todo lo que creamos es mejor para todos, aquello que no moleste a otros, tratemos de darle a los demás lo que quisiéramos que nos dieran a nosotros. Vamos a tratar de hacer las cosas con más respeto, con más amor, con más cuidado.
Pasemos por esta existencia tratando de aportar algo positivo para las generaciones venideras, pongámonos de acuerdo para elevar el proyecto de vida en común, para que alcance limites insospechados, porque es más sencillo de lo que podemos imaginarnos. Arrimemos el hombro, busquemos el bienestar del que tenemos al lado, no forzosamente el nuestro, porque tenemos la capacidad de darle la vuelta al desastre que los que han sido insensatos han creado. Mostrémosle que se puede, contagiémosle de ilusión y creemos la maquinaria de una civilización inteligente, colaboradora, amorosa y humana.

Somos nosotros los que tenemos en nuestras manos, en nuestras mentes y en nuestro corazón, la posibilidad de transformar lo que está asentado sobre aguas turbulentas o pensamientos exacerbadamente egoístas.

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