martes, 14 de abril de 2015

DEMASIADOS ERRORES




Ya se pueden escribir ríos de tinta o promulgar información hasta que se seque la garganta, que, de momento, no sirve para nada o casi nada. Mientras nos mantengamos tan difíciles a la hora de dialogar y cada uno de nosotros nos creamos en poder del pensamiento correcto, y no demos el brazo a torcer o arrimemos nuestro hombro para colaborar; no seremos capaces de generar entre todos para el bien de todos.
Mientras peleemos entre todos, mientras nos dediquemos a atacarnos, a tirarnos dardos envenenados, riñamos, nos insultemos o nos despreciemos; seguiremos en la mediocridad existente. Mientras cada uno trate de solucionar en su propio interés o actúe en un complot de intereses privados o bien acotados, donde los demás no podamos ser participes a pesar de que el complot se organice con lo que es de todos; nos veremos como estamos, en manos de los desaprensivos y no creceremos.
Mientras unos digan que quieren vencer a los otros en lugar de querer postularse cerca para ayudar a impulsar un proyecto común, y los otros no flexibilicen el proyecto, atendiendo las necesidades y sugerencias de los demás; de igual modo estaremos perdidos en el laberinto de la vida. Aparentemente habrá mucha gente ocupándose de algo, pero los resultados seguirán siendo demasiado pobres. No habrá eficacia sino consumo del tiempo y una falsa satisfacción de estar ocupados, de estar trabajando. ¿Cuántos recursos de todo tipo habremos dilapidado con este afán de divergencia?
Me apena que no alcancemos la comprensión suficiente como para modificar nuestro comportamiento en todos los ámbitos de la vida. No hay disponibilidad, hay poca solidaridad, no hay entendimiento y hay demasiado error. Error en el pensamiento, error en la actuación, mucho protagonismo y poca generosidad, mucho elitismo y poca humildad; caminamos en la dirección opuesta, no somos naturales, estamos a la defensiva y nos irritamos con suma facilidad, no hemos aprendido a ser felices ni a hacer felices a los demás.
El gasto de energía personal es terrible, nos insultamos demasiado, nos criticamos demasiado y nos acusamos demasiado. Al mismo tiempo nos queremos poco, hemos reservado esta manifestación al círculo familiar y pequeño, es como si nos diera miedo extenderlo o abrirlo a los demás. Cualquier gesto en este sentido podría cambiar todas las cosas, pues con amor no sucederían la mitad de las cosas de las que nos enteramos hoy. Este sistema aburre y condena a la apatía, al desencanto, al alejamiento y a la pasividad; aunque quizá sean estos sus fines  bien calculados.

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