martes, 28 de abril de 2015

HAY QUE UNIRSE PARA VENCER




Nos educan como seres individuales y después nos cuesta mucho reconocernos como un todo. Generamos necesidades, gustos y hasta defendemos criterios particulares porque mantenemos esa imaginaria distancia que creemos nos aleja de los demás. Este extremo es aprovechado por las cúpulas de poder para que no formemos núcleos sólidos de fuerza, pues donde existe tanta dispersión, difícilmente se puede remar en la misma dirección. En lugar de consolidar un frente común, de pensamiento similar y cercano, se crean pequeños núcleos alejados entre sí, opuestos a veces, que defienden lo suyo con orgullo, omitiendo y olvidando los objetivos y el punto final del trayecto.
Esto que refiero se ve, perfectamente, reflejado en el panorama de la izquierda política de nuestro país, donde hay tantas siglas defendidas a capa y espada por sus afiliados y donde esas se anteponen al propio fin de la defensa de lo que es de todos. La puesta en común y consensuada de la finalidad misma, así como de un proyecto de gobierno de izquierda, es una necesidad prioritaria en la España de la dispersión política. El fanatismo a las siglas, a los emblemas o a los colores, nos hace perder de vista lo que importa, lo mollar de la cuestión; llegar a ser una fuerza política, una alternativa de gobierno mayoritaria, como contrapoder de la derecha afín a los poderes monetarios y a quienes los representan: empresarios, banqueros, inversores, etc. Hasta que los líderes de todos los partidos que se consideren de izquierda,  cercanos a la clase obrera de este país, no lleguen a ponerse de acuerdo y se den cuenta de que tienen que luchar juntos, no se consolidará una fuerza lo suficientemente potente como para optar a gobernar España.
Ni los que son considerados más “revolucionarios”, se atreven a llevar en sus programas la revocación de la prescripción de los delitos. Algunos hablan de alargar las fechas para que los delitos prescriban, pero les falta valentía para que no exista tal salvoconducto de los delincuentes de guante blanco. Ninguno habla de quitar el impuesto de sucesiones; por qué hay que pagar al Estado cuando heredas una propiedad de un familiar. Nadie habla de limitar el sueldo de los políticos, pero limitarlo de verdad, no que sigan cobrando las ingentes cantidades y que después parte de ellas las donen o las dediquen a los temas que prefieran. Nadie habla de auditar a la Administración pública en cuanto a puestos dados a dedo, para despedir a esos enchufados y posteriormente cubrir los puestos que hicieran falta, mediante unas oposiciones a las que se podrán presentar, como no, los despedidos. Nadie habla de auditar desde la transición toda la corrupción y pedir cuenta por ello a todos los que estén vivos. Nadie habla de expulsar a todos los jueces y fiscales del Supremo y demás instancias de la Administración que estén puestos a dedo por los políticos, e igual que dije antes sean puestos ocupados por opositores, que nada tengan que ver con el gobierno. ¡Hay mucho que hacer y solo saben pelear por las siglas!, llevamos años gritando: “el pueblo unido jamás será vencido”, hay que pasar a la acción.

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