sábado, 18 de abril de 2015

LO QUE TÚ LLAMAS COMUNISMO, YO LE LLAMO HUMANISMO




Ayer hablaba con un vecino de la urbanización, acerca de la situación política al hilo de lo último que se había conocido, la investigación que estaban haciendo a Rodrigo Rato. A partir de ello, fue imposible no repasar el caso de los EREs, la intención de votos de los ciudadanos a pesar de la corrupción existente, etc. Llegados a este punto me fue inevitable expresarle algo, que los que me habéis leído en anteriores escritos ya he recogido y os prometo que aunque pudiera coincidir con alguien, yo no se lo escuché a nadie; me refiero a la necesidad primordial de que todos tengamos un puesto de trabajo y le esbocé cómo se tendría que proceder para conseguir que todas las personas tuvieran empleo y cuáles serían las obligaciones de la Administración por imperativo de los ciudadanos, que no de los políticos, para alcanzar tal objetivo. ¿Sabéis cuál fue su respuesta?, pues que lo mío era un ideario comunista. A lo que le respondí: “lo que tú llamas comunismo, yo le llamo humanismo”. Yo solo aspiro a un sistema que se responsabilice de que todos los ciudadanos tengan un trabajo, para que tengan unos ingresos, un medio de vida.
Le exponía que cada municipio tendría que hacer un estudio de las personas desempleadas, de sus profesiones y engendrar un plan de empleo, donde en primer lugar se faciliten todas las condiciones para que los que deseen ser empresarios independientes lo sean; pero si dándose todas esas facilidades no se postulan ciudadanos que quieran ser empresarios, los gobiernos de cada municipio deben destinar los impuestos, en mayor cuantía, para industrializarse razonablemente. ¿Qué quiero decir cuando digo razonablemente?, pues que se estudie el mercado: laboral, de producción y de consumo, y se saquen conclusiones; ¿con qué mano de obra cuento y qué especialización aprovechable tengo o qué cursos de formación tengo que habilitar para conseguir la mano de obra útil que se necesita?, ¿de los productos que consumimos cuáles fabrico y cuales adquiero en el exterior?, y por último ¿Con qué recursos cuento que puedan comercializarse, manufacturarse, etc.? A partir de ahí, hay que destinar cantidades para construir fábricas, sin caer en el error de ponerlas al mando de políticos a dedo, sino que se hacen oposiciones para cubrir los puestos de responsabilidad por méritos. El papel de la Administración tiene que ser el de auditar dichas empresas.
Esta parece ser la visión que mi amigo aprecia como comunista y a la que yo le llamo humanista. No trato de coincidir con ninguna ideología, sino con mi sentido común, con mi sensatez y con la necesidad que observo como más perentoria. Debemos exigir de la Administración que de todas las facilidades reduciendo o anulando los impuestos que gravan a las empresas para que contraten o surjan nuevos empresarios, pero si esto no da resultado ¿cómo no va a ser lícito que la Administración genere puestos de trabajo con el dinero de todos para asegurar nuestro bienestar, en lugar de mirar para otro lado como hace ahora? El Estado no es nada ajeno a nosotros, somos nosotros y lo mantenemos nosotros.

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