Me ilusiona
pensar que todo puede llegar a ser diferente, que la gente puede cambiar, que
podemos mejorar, que vamos a ser más íntegros, que la gente puede llegar a ser
buena, que nos vamos a respetar y que los graves problemas existentes en el
mundo se van a terminar.
Ya toca que la
situación mundial cambie, son muchos años de miseria y barbarie en según que
zonas del Planeta, y nadie tiene que verse sometid@ a la muerte sin haber
vivido lo suficiente. Menos aún oprimid@ por unas normas que no ha elegido,
sino que les vienen impuestas por la desaprensión y el desprecio.
Escribo de
esto porque es como si presintiera una brecha de ruptura en el orden actual, al
menos, es como si sintiera que todo lo que hemos tenido hasta ahora estuviera
caduco y obsoleto. Es como si hubiera sido pero ya no tiene objeto de seguir
existiendo porque las personas somos más, tenemos mayores capacidades por
desarrollar y no podemos seguir perdiendo el tiempo en luchas, que no son más
que derroches de energía que nos harán falta para otras causas mucho más
justas.
El centro de
nuestras vidas, en la actualidad, es como si estuviera afuera: en el trabajo, en
la diversión, en el coche, en la moto, en el perro, en el gato, o en lo que
cada uno por necesidad o educación lo haya situado. Es un mirar hacia afuera constante,
es un preocuparse por elementos externos continuamente, es por tanto un estar afuera
de sí siempre. Hace falta que el orden social gire un poco para que recobremos
nuestro centro, no para volvernos todos monjes ni cosa por ese estilo, sino
para ser nosotros y dar lo mejor de nosotros en todos los contextos.
A la sociedad
actual le falta contemplar nuestro propio desarrollo, no solo nos pueden
considerar mano de obra o números que contribuyen pagando impuestos y
consumiendo al ritmo, incansable, que nos imponen las invasivas y repetitivas
campañas publicitarias. El centro de la sociedad somos los que la componemos,
los seres humanos, no las tiendas, no las fábricas, no los políticos o
cualquiera otros personajes o disfrazados con los que muchos nos hallamos
confusos e identificados. Por tanto, se nos tiene que devolver, en justicia, lo
que es nuestro y nos corresponde, algo que nunca perdimos sino que olvidamos
porque es algo a lo que esta sociedad no le ha prestado atención alguna. Tiene
que haber un lugar para atender nuestro Ser, quienes somos en lo más profundo,
que es capaz de potenciar o actualizar sus cualidades: su energía, su inteligencia
y su amor.
La ceguera
tiene que desaparecer para el bien de la humanidad y, lo que es bueno para
todos nosotros y para el resto de las especie y para el Planeta no puede seguir
posponiéndose por intereses de unos pocos, que son más ciegos que el resto.
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