EL TRABAJO ES...¡PARA TI!
La última noticia que atañe al ayuntamiento de la ciudad es que el Sr. Espadas está haciendo hueco, vamos, dando puestos a dedo a gente que trabajaron en la Junta Andalucía, y que con la llegada del PP a dicha Institución, se quedaron sin empleo… ¡una más de los políticos!
Los tiempos pueden estar difíciles por las repercusiones de la pandemia, pero podemos comprobar que los políticos juegan su propia liga, les da lo mismo el sufrimiento de la gente y los recursos públicos, porque ellos los manejan como les parece y conviene.
Es constante el despilfarro y la malversación del dinero público, se ha hecho algo normal que los políticos saqueen a la ciudadanía, estafen al fisco, creen empresas en paraísos fiscales, se llamen a sí mismos constitucionalistas al tiempo que incumplen sus artículos, engañen a la población y traicionen al país. Es muy normal que los políticos pacten asuntos contrarios a los intereses de la ciudadanía, o que adjudiquen de una forma nada clara, incluso rozando la ilegalidad, obras por las que pagan mucho más del valor del proyecto. Es frecuente que los políticos cobren comisiones, se repartan sobres con dinero, compitan dopados en las campañas electorales, o hagan uso del poder judicial para buscar la impunidad de sus compañeros de partido involucrados en casos de corrupción. Los políticos se han convertido en un clan, en una banda criminal y mafiosa de la que pocas esperanzas podemos albergar. No tienen arreglo porque llegan a un mundo fuera de nuestro mundo, se incorporan a un sistema mafioso y blindado de privilegios millonarios, al que ninguno rechaza, y al que ninguno denuncia. Se acostumbran a vivir con esas ventajas con respecto al resto de los mortales y callan. Las ideologías más extremas se amansan con los billetes y la dosis de poder que puedan ejercer.
Todos los partidos de todos los colores actúan de forma parecida, los mensajes bien sonantes en cada mitin se quedan en agua de borrajas al llegar al poder. El poder aprieta y marca, como suelen decir, las reglas del juego. Es así como uno tras otro van pasando por el tamiz de la homogeneidad de comportamientos, el corporativismo de la delincuencia, el de la vista gorda sobre los asuntos que salpican a los de las Cámaras del Congreso. Todos los partidos atenazan al poder judicial en los momentos delicados en los que los suyos tendrían que sentarse en el banquillo, haciendo todo lo humanamente posible para impedirlo, para que los delitos prescriban, y es así como robar pasa a ser una normalidad para esa gente, o impedir que las pruebas sean facilitadas a las autoridades, o que romper discos duros de ordenadores sea lo habitual, o ser ministro y tener empresas offshore en Panamá, etc.
Quizás en la Constitución se debiera, en honor a la verdad, modificar cuando dice que la soberanía recae en el pueblo, por el pueblo será oprimido y engañado por la soberanía que ejerza el gobierno de turno. Al menos se ajusta más a la realidad de lo que sucede desde siempre. Lo que sigue, que nadie me mal interprete, no es una incitación a ningún acto violento, es una reflexión personal una vez visto que el sistema político es blindado y respaldado por todos los que se sirven de él y sacan sus beneficios, prebendas y privilegios. No hay nada que hacer contra el sistema si no es mediante una unión de toda la ciudadanía, que dándose cuenta del engaño, da un paso adelante dispuesta a desalojar con su presión, y si hace falta con sus manos, a todas las Instituciones de gente amoral, delincuente, indecente y sinvergüenza. Esperar a que ellos, los políticos, desmonten el puzzle mafioso que han terminado de encajar, es esperar a que crezca la vegetación en el desierto, es como dar voces a una persona que no pueda oír nada.
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