viernes, 18 de septiembre de 2020

VUELTA SEGURA AL COLE

 La vuelta al cole en Catalunya, en imágenes

                                                           Imagen: www.elperiodico.com

Los políticos, como no puede ser de otro modo, nos han vendido lo de la vuelta segura al cole, pero nadie sabe qué va a resultar de la conglomeración de pequeños y pequeñas, así como de adolescentes y profesores. Graciosamente algunos hablaron de abrir las ventanas diez minutos cada hora, ¿alguien se puede creer que esa es una medida eficaz para evitar el contagio, en el caso de que alguien estuviera infectado dentro de la clase? Es sencillamente ridículo, pero a los niños había que mandarlos al cole para que los padres puedan ir a sus trabajos. La actividad económica no se puede parar, cueste lo que cueste, de ahí la amenaza de las autoridades a los padres que no mandasen a sus hijos al cole. La ratio de clase sigue igual, en casi todos los centros escolares no ha crecido el espacio de las aulas, vuelven a entrar veinticinco o treinta niños y niñas por aula, la ventilación es deficiente, y aún será peor cuando por el frío haya que cerrar las ventanas. La distancia de seguridad es un imposible, y lo que no se contempla es que cada día los chicos y chicas abandonan las escuelas e institutos y se reúnen con sus familiares, así como con sus otros amigos del barrio, o sea, que esto puede convertirse en una autopista de circulación del bicho.

            Si los posibles focos de transmisión de la enfermedad no se aíslan realmente, difícilmente podremos acabar con el virus. Sería más razonable analizar a toda la población, y volviendo a un pensamiento de los comienzos de la pandemia, limitar el transito libre de gente entre provincias, mucho más, entre países. No que nos volvamos a meter en casa, no quiero más prisión, quiero que analicen a toda la población y busquen la forma de aislar a los contagiados, pero eso sí, con test fiables al 99%. Si esos test no existen, investiguen este apartado, empecemos por donde hay que comenzar, conozcamos de verdad los alcances de la pandemia, lo que ocurre es que esto debe dar miedo, porque por cada positivo hay que sacar de circulación a una o varias familias, con la que convive y con las que se ha relacionado habitualmente o últimamente. Lo comprendo, es una desgracia, es una catástrofe, pero en otras zonas de la Tierra vienen tsunamis, huracanes, tifones, y ahora a todos nos ha venido, espero que no sea así, el probable invento de la maldad personalizada, si es que alguien dejó escapar el virus con unas ideas genocidas. El caso es que nadie habla del origen, parece que a ningún país le interesa aclarar este punto, sobretodo, para evitar que en el futuro vengan otros con ideas similares. Cualquiera que pone en jaque a la humanidad, se merece pasar el resto de sus días encerrado y bien encerrado. Si esta pandemia tiene autores, deben ser descubiertos, juzgados y castigados como se merecen. Esto es serio, no se puede poner en peligro a la humanidad por los intereses que fueren, eso no puede suceder, la comunidad mundial tiene que exigir, no solo una vacuna efectiva, sino que se castigue la criminal acción de los que han provocado la masacre mediante su guerra biológica.

            Es probable que no estemos nadie seguro en ningún lugar, porque antes bastaba con guardar la distancia de seguridad, aquella que las autoridades han estirado y encogido a conveniencia de no se sabe muy bien a qué obedece. También había que mantener las manos limpias, enjabonarlas bien y hacer uso de algún gel hidroalcohólico. Posteriormente, se hizo imprescindible el uso de la mascarilla, aunque para estar sentado en un velador de un bar leyendo el periódico, la gente prescinda de ella. Las normas hablaban de cuánta gente se podía reunir, aunque si uno estuviera infectado, pues ya me dirán qué medida de seguridad es el mayor o menor número de reunidos. Está claro que juegan al número de probabilidades, o sea, que si hay más gente, el porcentaje de que haya uno infectado puede ser mayor, pero no se tiene que cumplir esta hipótesis. Por otro lado, volviendo a la entrada en las escuelas, de seis o diez personas, máximo, reunidas en el bar, se puede pasar a treinta personas agolpadas en las aulas, con el consabido sinsentido político de ser una vuelta segura a las clases.

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