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A la gente no le gusta vivir con mascarilla, agobia, da calor, se crea humedad alrededor de la nariz y la boca, se respira parte de lo exhalado, bueno no ha de ser por mucho que algunos se empeñen en hacérnoslo creer. Cualquier cosa puede suceder, solo tenemos que ver que el responsable del ministerio de sanidad es un filósofo, como si no hubiera médicos y epidemiólogos lo bastante válidos para el cargo. Seguramente, no habría que fueran tan sociolistos y, claro, ya le tocaba al que llevara más tiempo de militancia, sin importar la idoneidad para el puesto, los conocimientos, etc.
El caso es que hace unos meses la mascarilla no era algo importante, y no lo fue hasta que el Gobierno, después de cien mil reclamaciones del personal sanitario que trabajaba sin protección, pudo encontrar proveedores extranjeros y se atiborraron de mascarillas… ¡ahora toca hacer negocio con ellas!, ¡hala!, todo el mundo con el bozal. Lo digo así porque da coraje, hemos sido y somos marionetas en manos de ineptos. Somos un pueblo más que acepta cuanto le impongan. El Gobierno es uno más del mundo que se ha tragado el COVID sin rechistar, sin indagar sus orígenes, sin señalar culpables y siguiendo las directrices de los que han creado la pandemia para poner en el filo de la navaja la economía mundial.
Los gobiernos del mundo siguen mandatos de chinos y de la OMS, incapaces de investigar por su cuenta posibles soluciones rápidas y económicas como podría ser el uso del MMS (Dióxido de Cloro). Solo saben negar y negar, agachar la cabeza y tragar por lo que dicte el coloso farmacéutico. A esos no interesan soluciones que no puedan patentar y vender por mil veces su valor real. A ellos solo les interesa el negocio puro, no la salud de las personas. La industria del medicamento tiene su negocio en la venta de medicamentos, no trabajan para curar a las personas sino para que sean clientes suyos de por vida. A esa industria le valen los enfermos crónicos que deban tomar medicamentos a diario para tener una mediana calidad de vida, si les curan dejan de vender, harán todo cuanto esté en sus manos para que la gente no emplee probables soluciones curativas, sobretodo, si son eficaces y económicas, porque se les cae el negocio. ¿Tan difícil es dar unas dosis de Dióxido de Cloro a personas que tengan la infección y comprobar los resultados, o es preferible que mueran? Para muchos gobiernos es preferible eliminar jubilados que la hucha de las pensiones lleva años bajo mínimos. Para muchos gobiernos es un buen ejercicio de poder, imponer normas de la noche a la mañana y que toda la población asuma sus normas. Para muchos gobiernos es fantástico que se aísle el personal, que no tenga facilidad para formar un todo que les haga frente. La expresión de nuestra sonrisa había que borrarla de nuestras caras, porque ella nos acerca. Son los políticos los que debieran llevar bozal desde hace años para evitar que salieran de sus bocas tantas y tantas mentiras. Si por las buenas no se empeoraban las condiciones de trabajo hasta el punto que algunos poderosos deseaban, para sumir en la pobreza a los pueblos y someter a la gente totalmente, había que inventar algo, un virus creado que asolara a la humanidad, que eliminara parte de la población, que arruinara la vida de miles de millones de personas, que endeudara a los Estados y que asegurara un súper negocio enmascarado de salud…¡la famosa vacuna!, algo que viene a empeorar la pandemia económica de los Estados del mundo. Sigan haciendo el juego a esos a los que no les importamos nada, mientras tanto sigamos enfermando lentamente respirando aire viciado y retenido por las mascarillas, amén del cultivo de bichos capaces de prosperar dentro de la mascarilla con la temperatura y la humedad que allí se producen.
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