miércoles, 25 de noviembre de 2020

TOQUE DE QUEDA A GUSTO DEL CONSUMIDOR

 


            Como las fiestas tiran mucho, el toque de queda se mueve al antojo de los gobernantes en un esfuerzo por empatizar con la parte de la ciudadanía que debe entender que según sean las fechas, así ataca el virus. Que empujan los hosteleros, se corrigen las horas en las que las personas puedan estar consumiendo en sus locales, y se amplía o reduce el aforo en los mismos. ¡Ojo!, que no se entienda que tengo nada contra esos empresarios, que bien sabemos todos que están muy afectados porque sus negocios se valen, en gran medida, de reuniones y eventos multitudinarios, celebraciones de todo tipo, etc. Cuando me referí a lo de una parte de la población con la que tratan de empatizar, es porque interpreto que hay quienes tienen bien arraigadas las tradiciones, y les cuesta pasar por alto las celebraciones como Dios manda en pos de la evitación de un riesgo mayor de contagio. Comprendo que todo eso de las horas y los aforos, no son más que tiritas en una herida que necesita sea suturada. Si personas infectadas propagan la enfermedad, qué más da que se limiten los aforos si entre los pocos que se reúnen hay alguien contagiado. Cómo entiende el virus que antes de las diez de la noche no debe infectar a alguien. Está claro que se juega a las probabilidades, o sea, que si hay más gente, el porcentaje de que haya más personas infectadas es mayor, solo se está haciendo esto, no hay un control exhaustivo, se desconoce el estado de cada persona que ingresa en un centro comercial, en una iglesia, en un colegio, en la universidad, etc.

            Hace tiempo, el Gobierno abrió una ventana a la ciudadanía para que aportáramos ideas en la reconstrucción y lucha contra el mal que nos asola. Se me ocurrió algo, que no sé si será posible, pero que dentro de mí, algo me dice que sí podría llegar a ser y lo expondré para usted. La idea era una aplicación que comparase en la pantalla de su móvil el patrón identificativo del virus del COVID con las miasmas que pudiera usted dejar al toser contra la pantalla del mismo. Se trataba de conseguir con una aplicación Android que analizara, como si de un microscopio se tratara, la pantalla de su móvil para localizar formas que coincidieran con el patrón del virus facilitado a la programación. Era la manera de hacer un test inmediato y personal. Estoy seguro que el punto en el que se encuentra la tecnología en la actualidad es capaz de esto y de muchos más, pero qué sucede con los miles de millones de test que se hubieran dejado de vender, ¿se iban a conformar las empresas fabricantes de los mismos?

            Con ese test inmediato y personal, a la puerta de entrada de cada local, cada persona tendría que demostrar encontrarse libre de contagio y no tendríamos problemas de aforos, no se hubiera frenado el desarrollo comercial y económico. Y si lo elevamos al sistema chino, solo para esto, no para el control total de la ciudadanía, podría exigirse un registro cada mañana de los test que debieran realizar los ciudadanos antes de salir a las calles. Si todo el que se relaciona está en buen estado, indudablemente, los contagios debieran prácticamente de desaparecer.

            En lugar de esto, los Gobiernos juegan a complacer a todos, y eso es imposible, de ahí que el toque de queda sea un mes uno y al siguiente otro, no digamos si tenemos a la vuelta de la esquina algún tipo de celebración. El caso es mover fichas a gusto de unos y otros, así como movilizar, a ser posible de un modo sumiso, al total de la población. Lo que nos ofrecen, el horizonte que se vislumbra es el de las seis empresas que pugnan por ubicarse los primeros en el ranking de poseedores de la vacuna más efectiva y ser la primera en ver la luz. Nunca nos dirán si que con todos los beneplácitos de los protocolos a seguir para que dichas vacunas salgan, inexplicablemente, con tan poco tiempo a la calle. Las dudas de la seguridad de las mismas me inundan, lo tengo que confesar. Cuáles serán los pros y los contras de cada una de las seis vacunas, qué se atreverán a transmitir a la ciudadanía, y de qué no nos enteraremos jamás. No me vale que tengan los permisos de aquellos organismos que de algún modo viven de los dineros que les hacen llegar las farmacéuticas. En sus años también se permitió comercializar la Talidomida y nacieron cantidad de bebés sin brazos o sin piernas. Cada año se retiran medicamentos que con el tiempo se comprueba son perjudiciales para la salud. Se necesitan años para saber cómo actúan, no pretenderán que sus vacunas conseguidas en tiempo record vayan a ser la panacea. Es imposible, hasta justo el momento de aparecer el maldito bichito, nos tenían dicho que obtener una vacuna segura era cuestión de años, incluso de ocho a diez años, ya nos explicarán qué hicieron para reducir ese tiempo a la décima parte. Los tiempos que están por llegar prometen ser bastante inquietantes.

 


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