Los medios de “desinformación” masiva continúan, como gotas de aguas persistentes, horadando nuestros cerebros. Siguen – erre que erre – con la cantinela del baile de san Vito de las curvas y las cifras que suben y bajan como mejor interese a las ventas, a las fiestas y al ocio. Algún propósito ha de haber detrás de lo aparentemente manifiesto, ¿qué hubiera sucedido si hace meses hubieran dejado de hablar en cada espacio televisivo o en cada locución de radio del COVID?, pues que se nos hubiera olvidado y, claro está, mucha menos gente estaría dispuesta a recibir el chute de Dios sabe qué pretenden inyectar a la población mundial.
Cómo es posible que sigan día tras día martilleando nuestras cabezas con el tema redundante. Saben del poder que tienen los pensamientos y, aun así, no nos dejan tranquilos desde hace casi un año. La gente si no enferma realmente por exposición al virus, es capaz de fabricar los síntomas mentalmente, amén de la poca fiabilidad de los test, capaces de dar positivos cuando se les someten a las más variadas sustancias que nada tengan que ver con los patógenos que están de moda. Además, a esta altura del año, con los fríos metidos en los cuerpos, todo el mundo que cae enfermo este año, no es de gripe, constipados o neumonía de las que cada año nos visitan… ¡este año todos enferman de Coronavirus!, que hay que sumar en las estadísticas.
No hay un informativo, el de las seis de la mañana, el de las siete, etc., cada hora en definitiva, que no tenga su espacio dedicado al rallado de cerebro de la población. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo, o sirvieran a los mismos amos. Las órdenes han de ser “leña al mono”, y ahí los tiene a todos como ecos los unos de los otros, contagiados para arriba, contagiados para abajo, muertos para arriba, muertos para abajo. Lo feliz que se sienten los vacunados y los envíos de viales que van llegando. Horarios que se estiran y se encogen como elásticos, con tal de movilizar a la gente a su antojo, aunque no se entienda que hasta las seis de la tarde no se contagien en los bares y después sí. O que en las cafeterías no se contagien hasta las ocho de la tarde, pero si no sirven copas con bebidas espirituosas. Del dinero que va pasando de mano en mano, proveniente de cualquier lugar, como gran facilitador de contagios, ningún gobernante habla, la OMS tampoco… ¡oh, bendito dinero!
¿Por qué no invitan en todos los medios a personas que piensen de un modo diferente?, ¿por qué no se escuchan opiniones que discrepen?, ¿por qué nadie investiga o pone en duda el monopolio informativo actual? No se dejen atrapar por algo que se repita mucho si les rechina, investiguen por su cuenta, oigan otras voces y no se crean a nadie al cien por cien, reflexionen y lleguen a sus propias conclusiones. Sobre todo, desembarácense de todo miedo, no les dejen que se salgan con las suyas, no permitan que decidan por ustedes, se trata de sus vidas y sus vidas no les pertenece a nadie más que a ustedes.
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