LOS VASALLOS DEL REY

 

                                                         Imagen: www.larazon.es

          Ayer, de nuevo, una vez más, los vasallos del rey, la cámara de diputados del Estado español se opuso a que se investigase el uso indebido de fondos opacos por parte del emérito. Ayer volvió a triunfar el régimen feudal, para asegurar la impunidad del que se puede saltar el código legal de nuestro país, incluida la engañosa y tendenciosa Constitución, que le elevó a Jefe del Estado en una maniobra sin igual.

            La Cámara de Diputados, la que debía velar por los intereses de los españoles, se vuelca con los intereses de un señor, dicho de paso subvencionado durante toda su vida, protegido por Franco, metido en la jefatura del Estado por recomendación de Franco, y ayudado a soslayar la acción de la justicia por sus señorías. Le llamo a esto corporativismo, el ladrón ayuda al ladrón, el mafioso ayuda al mafioso, entre corruptos se entienden. Este ejemplo, en apariencia insignificante, viene a demostrarnos en manos de quiénes estamos, gentes que se saltan la justicia unas veces y otras la amordazan para que no pueda actuar contra determinadas personas, muchas veces corruptas.

            En España los intentos por juzgar la corrupción de tal o cual corrupto es imposible, y cuando se hace, lo hacen tarde y mal, suelen esperar a que la mitad de sus delitos prescriban, y las condenas son poco menos que de risas. Más bien, cuando el asunto es demasiado escandaloso y súper conocido, se hace un pase de comedia por la Audiencia Nacional, para salir airoso: “No se reconoce delito alguno, o han prescrito los delitos”, también se dan condenas de poco tiempo, nada acordes con la magnitud de los delitos, donde el corrupto pasa por la cárcel casi como si habláramos de unas mini vacaciones alejadas de su familia. No obstante, esa situación se torna en normalidad a los pocos meses, en los que el personaje puede salir a trabajar, solo tiene que dormir en prisión. Se deja de hablar del caso y se le pierde totalmente la pista, se acabó el asunto carcelario y el individuo ya está tramando el siguiente golpe offshore, la próxima movida de dinero en paraísos fiscales y la sucesiva estafa al fisco. Esta gente se mueve así, han crecido en partidos que se han desenvuelto muchas veces al margen de la ley, así que cuando llegan al Parlamento repiten el modelo, lo aprendido, lo que hacían sus partidos; por lo tanto, es así cómo gobiernan, moviendo partidas pestilentes de un lado para otro hasta que se pierde una buena parte de ellas.

            Como no son tontos, aunque sí golfos, amarran a jueces, fiscales, etc., los nombran a dedo y a ser posible de sus bandos, de sus partidos, de sus ideologías y permisivos con sus tejemanejes. Por otro lado, como ya indiqué antes y todos sabemos, no les interesamos más que para pagar impuestos, para contribuir, y para hacer la pantomima de echar el voto. Nosotros lo hacemos con la intención noble y esperanzada de cambiar España hacia el bien de todos, pero nos encontramos con que cambian los resultados de nuestras votaciones mediante sus pactos. Todos aspiran a una mayoría absoluta, es su sueño dorado, que nadie les discuta ninguna de sus medidas, lo más parecido a una dictadura, aunque todos de boquilla se erijan como los más demócratas. Quien haya leído algunos de mis libros sabrá qué pienso al respecto, y como me considero ocurrente, o más bien pensador y buscador de soluciones, suelo hallar alguna que como corresponde la comparto con todos en mis libros. No torcer la decisión de las urnas es constituir un gobierno con los partidos votados por la ciudadanía, en la misma proporción que arrojen los resultados de las elecciones; o sea, el gobierno tendría que estar formado por personas representativas de todas las fuerzas políticas votadas, ¡eso es democracia!, no el apaño actual. Además de eso, y de tomarnos por meros contribuyentes, han perdido de vista su auténtico fin, el de ser posibilitadores del bienestar de la población. Lamentablemente, casi todos se han quedado con ser conseguidores del bien propio y el de sus partidos.

            Para terminar diré que no nos representan, que tienen otros intereses espurios, ajenos a la ciudadanía, y que no me explico cómo seguimos todos sentados tan panchamente, soportando como gente tan desalmada y amoral nos roba, nos dirige como rebaño, y aceptamos.