jueves, 21 de marzo de 2013

HACERSE MAYOR


Pasan los años, el tiempo transcurre y abandonamos la infancia, esa edad tan llena de ingenuidad, de transparencia, donde se vive para jugar y reír, para hacer felices a los mayores, y crear en ellos la tan sabida sensación de no haber disfrutado lo suficiente de los más pequeños; de no haberles dedicado todo el tiempo que hubiéramos querido. No obstante, el reloj no para, se suceden las estaciones incansablemente, van y vuelven, se repiten mientras vamos creciendo.
Inevitablemente entramos en la adolescencia y nuestros cuerpos cambian, nuestras mentes también, nos van gustando otras cosas, despertamos al amor, buscamos al sexo contrario, nos sentimos atraídos por la belleza exterior de las otras personas, adquirimos ciertos hábitos. Nos acercamos al final de una etapa como estudiante en los institutos, y nos hallamos a las puertas de un nuevo reto, definir qué queremos hacer en el futuro, si vamos a abordar estudios universitarios, y cosas así.
Aún vamos más allá, siguen sucediéndose los años y hemos creado una familia, vienen los niños, estos se han convertido en el centro de nuestras vidas, son lo más importante, vivimos por ellos, para ellos, por su bienestar, y esto se convierte en nuestra satisfacción. Los hijos nos hacen mayores, como se dice coloquialmente, y es esta una realidad porque la vida sigue, el tic tac del reloj continúa su marcha y nos presentamos ante la barrera de los 40 años, un trauma para algunos que pareciesen negarse a cumplirlos, y no pasa nada. ¿Recordáis cuando veíamos a nuestros padres, a sus amigos, y nos parecía que aquella edad estaba tan lejos?, ahora tenemos la impresión de que esa edad ha llegado en un pispas.
Pasar aquella barrera es mal aceptada por algunas personas, que se niegan a envejecer a pesar de ser una etapa de la vida muy bella, en la que las personas viven más relajadamente, se tiene mayor experiencia, se ha aprendido de lo bueno y de lo malo, nos hacemos más conscientes. Ya se ha subido la pendiente de la vida, y se comienza a descender por el lado contrario, pero esto es hermoso y por tanto resulta absurdo luchar en su contra. Es más acertado aceptar y vivir con complacencia, no conozco una forma mejor de acercarse a nuestro mundo interior, para crecer y desarrollar valores como el amor, la comprensión, la tolerancia y todo aquello que nos haga felices, y que al mismo tiempo haga felices a los demás.
Por último y puesto que el final está más próximo, vivimos la senectud, la tercera edad, la edad dorada, la vuelta a ser niños, y de nuevo el dolor que sentimos ahora por lo injusto que somos con aquellos que tanto nos han dado, los que tanto  han sufrido por nosotros, y que siempre estaban allí cuando les necesitábamos. Hoy no le devolvemos a nuestros mayores todo ese amor, ¡que injusto!, la sociedad no reconoce el valor de nuestros mayores, desestima su sabiduría, al contrario de lo que hacen las tribus indígenas; por el contrario se les arrincona como si estorbaran, se les hace creer que ya no sirven, y los hijos se pelean pero por no hacerse cargo de ellos.
Se comienza a hablar de la residencia como única salida al enfrentamiento familiar, que acompaña estas situaciones de trifurca porque nadie quiere sacrificar su libertad para ayudar y atender a los que, tal vez, vivieron una vida difícil privados de su propia libertad por atender sus responsabilidades y criarnos.
Ser mayor, definitivamente, es el fin y a su vez el principio del final, porque no nos engañemos, nuestro tono vital ya no es lo que era, ni nuestras funciones corporales van tan bien como antes, hay achaques y muchos pierden el interés por seguir viviendo. Pero aún se vive para sentir la alegría de ser visitado por los hijos, de volver a ver a los nietos que parecieran le aportan soplos frescos de vida. Se contentan con tan poco y se merecen tanto.
Si te sientes mayor alégrate de contarlo, otros lamentablemente partieron sin poder envejecer, así que aprovecha tu tiempo, comparte cuanto puedas, disfruta de lo que tienes ahora, de los que tienes cerca, ayuda a los que te necesitan ofreciendo tu sabiduría, acepta este momento y ama a todos. No hay más.
        Dedicado a mi Lola.

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