lunes, 3 de junio de 2013

CIUDADANO DEL MUNDO


Vivimos en unos tiempos en los que, debido al reparto de tierras desde la antigüedad, se tachan de extranjeros a aquellos que entran en territorio distinto al de su nacimiento, o al de residencia habitual. Para mí esto es un grave error para la condición de libertad de la humanidad.
Por qué los hombres  tuvieron que repartirse las tierras, tuvieron que levantar fronteras entre los territorios. Cuál es el sentido de las nacionalidades que lleva a la defensa de los territorios, a las diferencias y a la beligerancia.
Qué sentido tienen las guerras, los gastos en armamentos, por qué el hombre se vuelve cruel contra sus semejantes. Cuál es el precio de la vida para los que se dedican a la estrategia de la guerra.
Llevamos años hablando de inmigración, en sentido positivo cuando han ayudado a las cotizaciones a la seguridad social, y en sentido negativo cuando se ha interpretado que les quitaban los puestos de trabajo a los españoles. Ahora, se acrecientan las críticas contra este colectivo con la situación de crisis, se les priva de la sanidad y se dirigen los ataques contra ellos. Personas que son del mundo, como nosotros, que vienen a buscar una mejora económica y social porque en sus países, generalmente más pobres, no pueden vivir en condiciones dignas.
Todos somos ciudadanos del mundo y deberíamos tener la libertad de transitar por el mismo, sin autorización de los países, sin barreras, sin controles, sin trabas administrativas y burocráticas. El hombre, el ser, es el centro, no las instituciones creadas por los hombres con intereses definidos, y de los que se han valido para oprimir, para imponer su voluntad al resto de los ciudadanos. Aunque también para dar servicios en un reparto desigual, como podemos apreciar cada día en los medios de comunicación, en los programas de investigación periodística, noticias, etc.
Con dinero se compra todo: libertad, contratos, voluntades, residencia, vulnerabilidad de las leyes, etc. Sin embargo, para los que menos tienen el mundo capitalista se les pone enfrente, y constituye un puerto de montaña. El machaqueo siempre contra los más débiles, y aquí tengo que integrar a los venidos de otras zonas de la Tierra. Que no son inmigrantes, ni ilegales, ni sin papeles como se las venido en llamar; son personas del mundo como usted y como yo. Nuestro compromiso ha de ser darles un trato desde el corazón, de ayuda, de acogida, de amor en definitiva.
Hay mucho egoísmo y racismo en cubierto, envuelto en explicaciones de todo tipo, pero piénsenlo, siempre están expresando: “primero los de aquí, el trabajo ha de ser para nosotros”, y creo que el trabajo ha de ser para el que lo encuentre, para el que reúna las actitudes y aptitudes necesarias para la tarea requerida, y muy importante, con el mismo salario y no como se viene haciendo, pagando menos por ser “inmigrante”. El trabajo a realizar tiene la categoría que tiene, y tiene el salario que tiene, ¿por qué se hacen estas cosas?, ¿es culpable el “inmigrante”, o lo es el empresario, que juega a esto?

O se amplía nuestra visión y dejamos de filtrarlo todo egoístamente con la cabeza, o la humanidad no alcanzará su condición natural y esencial. El paraíso existe dentro de cada uno de nosotros y nos lo estamos perdiendo, mientras tratamos de inventar placeres externos para suplir las carencias de nuestra sordera y ceguera que nos impiden vivir desde el gozo interno que todos somos, que se rebelará apenas les prestemos atención.

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