domingo, 2 de junio de 2013

TRABAJANDO DE NOCHE


Trabajando de noche y a un ritmo endiablado, porque donde me ha tocado trabajar, en una factoría de tubos de polietileno, tengo que trabajar al paso que marcan las máquinas. No solo tengo que recoger la punta o comienzo de cada rollo, sino que tengo que engancharlo en una de las dos bobinadoras. Una de ellas siempre está bobinando, la otra puede estar libre, si ya pude terminar de flejar el rollo correspondiente.
A veces la bobinadora mientras se realiza el enganche de un nuevo rollo, que se hace a una mayor velocidad a la normal de bobinado, te expulsa el tubo fuera y es entonces cuando se forma una buena, pues la máquina que viene expulsando tubo, lo hace metro a metro, y el tubo se enrolla pero en el suelo. Cuando ocurre, es bestial, quieres salir corriendo porque los tiempos están muy estudiados, y cualquier pérdida como la que representa esta situación en la que no puedo atender al rollo ya bobinado, lo pago. Vaya que si lo pago, en forma de carreras y stress, no hay otra pues las máquinas, son solo eso y están al servicio de la producción, no del confort del trabajador. Soy yo quien tengo que adaptarme a ellas. La ergonomía y a veces la seguridad, según en qué situación, brillan por su ausencia.
Afortunadamente tengo unos compañeros: Raúl, Francisco, Pepe y Ambéric, que están atentos a cualquier contratiempo como el mencionado, y me ayudan. Sin ellos ya habría tirado la toalla seguramente, porque a veces me han librado de situaciones muy complejas para mi poca experiencia en este trabajo.
El trabajo es físico y de habilidad, cien por cien, y a lo expuesto hay que añadir que tengo que realizar, entre carrera y carrera, unas pruebas de calidad al tubo de cada cinco rollos, obtención de diferentes parámetros: diámetro, espesor, estado de la superficie, marcación, y en el caso de que sean rollos con goteros, tengo que hacer prueba de caudal. Todo esto para apretar un poco más la jornada, ya de por si ajustadísima. Tanto que casi todos los días, y por increíble que pueda parecer, vuelvo a casa sin ni tan siquiera poder ir al baño.
Hasta aquí hablando de mi trabajo porque aunque sea una suerte poder tener trabajo en estos tiempos, hay trabajos y trabajos, este no es ni una gran alegría, ni te permiten los turnos alguna vida social.
La superación es sacar fuerzas para ir cada día a enfrentarme al ritmo frenético y al ruido ensordecedor de las máquinas.
La vida tiene estas pruebas a veces, tengo que saber sobreponerme y fluir con ella. Esta es la situación actual, y como se suele decir no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante. Así que no siempre van a ser las cosas de esta manera. Trato de aprender lo que pueda de este momento, sigo buscando otro tipo de trabajo y llegará.

Es una experiencia nueva, nunca antes había trabajado por turnos, ni había trabajado con el nivel de exigencia física tan enorme, y claro está los años pasan factura. 

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