martes, 18 de junio de 2013

ESPIONAJE


Ayer en los medios de comunicación pudimos enterarnos que la Agencia Gubernamental de inteligencia británica había pinchado los teléfonos de los miembros de la última cumbre del G20. Dias atrás, e igualmente por filtraciones de Edward Snowden, nos enteramos que EEUU dió orden de pinchar teléfonos a sus ciudadanos, interceptar los emails y demás comunicados en las redes sociales, con el pretexto de ejercer un control de vigilancia contra posibles ataques terroristas.
Estas no son formas de vivir, desde el miedo y la desconfianza, desde el espionaje y la traición. Desde el ejercicio del control de los ciudadanos y homólogos de las reuniones internacionales. ¿Por qué tanta desconfianza? Tal vez haya que meter menos las narices donde no se les llaman, ya es hora de que dejen de hacer de padres de las otras naciones o países, que todos tienen sus criterios, sus políticas y sus modelos sociales. Habría que aplicar el dicho: Vive y deja vivir. De lo contrario las sospechas infundadas no os dejarán vivir.
Estas situaciones ponen de manifiesto cuán funestos son los pensamientos de las élites de cabecera de los países poderosos de la Tierra. De las falsas relaciones que existen entre ellos, de lo poco que confían los unos en los otros, de lo vulnerable que somos en manos de dirigentes irrespetuosos, desarmados y desaprensivos. Esto indica la mentira sobre la que se sustentan las estructuras diplomáticas internacionales, y viene a decir que a todos los niveles se quiere saber más, o lo mismo, que el que tienen sentado al lado, para jugar sus cartas y tratar de ganar la partida.
Siempre la codicia y la ambición desmedida haciendo que ciertos individuos saquen lo peor de estos arquetipos de hombres, pues estos no son hombres en el sentido más profundo del término, son alimañas atentos a la depredación. Se sienten acosados y acorralados, se sienten victimas y por eso atacan. No confían en nadie, sonríen a todos, estrechan sus manos, se abrazan, se hacen la foto, comparten asuntos, pero se clavan el cuchillo por la espalda, se preparan trampas como la que realizaron poniendo a disposición de los asistentes al G20 un espacio cibernético para que realizaran sus comunicaciones en la red. Un aparente y complaciente acto que simula querer mejorar el servicio a esas personas, cuando lo que se quería era conocer los contenidos de sus comunicados y sus claves para acceder a sus correos. ¿Cómo llamamos a esto, si no una traición?
Da nauseas saber que el mundo o una parte influyente del mismo está dirigido por esta clase de personas, que bien directamente ordena estas acciones, o bien indirectamente las aprueban. Estas personas han perdido el norte, sus mentes se alejan de la bondad, de la generosidad, del respeto hacia los demás y por supuesto del amor al prójimo. Es que no saben nada de todo esto, sus mentes han de estar podridas de pensamientos negativos, de desconfianza, de intereses monetarios, de negocio armamentístico, o sea de todo aquello que equivale a destrucción directa o indirecta. De todo aquello que hace estancarse a la humanidad en la mediocridad.

Estos míseros individuos no se levantan, se van, dejan sus cargos al ser descubiertos. Se sienten patriotas, estaban velando por la seguridad de su país o nación, convencen a sus simpatizantes que le jalean enloquecidos, que les siguen votando, que siguen aportando dinero para sus campañas electorales. Desde luego que hay mucha gente hipnotizada.

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