sábado, 4 de agosto de 2018

CALOR PARA DAR Y TOMAR

                                                     Imagen: www.okdiario.com

Temperaturas de casi cincuenta grados en las horas punta del día, estamos friéndonos, ¿qué será lo próximo, tal vez, un periodo de glaciaciones? Es horrible, tan solo puedes vivir metido en una habitación con aire acondicionado desde la mañana a la noche, y para dormir lo vuelves a necesitar o te empapas en la cama y solo sabes dar vueltas pero no pegas ojo. El trabajo hay que regularlo, mejor dicho, los horarios actuales de algunos trabajos hay que regularlos, no puede ser que con estas temperaturas tan altísimas se tenga a las personas expuestas al sol y a la muerte. Parece que nadie se preocupa de esas personas, la ley regula la temperatura máxima de un puesto de trabajo en el interior de una empresa, pero dice poco o nada de la temperatura exterior y su peligrosidad para los empleados que tengan que ejercer su trabajo en el exterior. Esto se tendría que regular con urgencia. Hay que evitar que la gente muera por golpes de calor o enfermen por mor de las insolaciones.
Hay que trabajar de noche si hace falta, o trabajar muchas menos horas en verano… algo se tiene que hacer por el bien de los trabajadores. ¿Ha probado usted a hacer algo cuando rondan estas temperaturas?, ¿verdad que no tiene usted ganas de moverse?, es normal, esas extremas temperaturas se lo impiden, pues imaginen estar a pleno sol solando una azotea, alquitranando carreteras, haciendo una zanja, cultivando o recogiendo una cosecha. Es imposible trabajar en estas condiciones climatológicas.
Todos nos levantamos y nos vamos a realizar nuestras tareas, ignorando que hay gente a esas horas de más calor trabajando en la calle con mayor o menor dificultad y poniendo sus vidas en peligro. Tan solo cuando estamos en casa y ponemos la radio o la tele y nos dan la noticia de que un obrero ha muerto por un golpe de calor, recapacitamos unos instantes y nos acercamos un poco al precio pagado, al dolor de su familia, a la pena que nos da que esa persona haya visto truncada su vida por ejercer una labor a la que estaba obligado sin contemplaciones de sus jefes. ¿Son los jefes los culpables?, pues mire, en parte lo son, ¿acaso no saben que su empleado, el fallecido, estaba desarrollando esa faena que ellos le han encargado a pleno sol? Lo saben y mientras el empleado perdió la vida, ellos, los jefes, estaban en sus despachos, con sus aires acondicionados, muy cómodamente, y dirán que para eso ellos son los jefes.
Todos los años sucede lo mismo, mueren algunas personas y sufrimos todos los demás, en mayor o menor grado, estas condiciones tan incomodas y peligrosas. Salir de casa es todo un suplicio, la bofetada de calor que te da en la cara es como si en el exterior de la casa todo estuviera ardiendo… decimos que lo de afuera es fuego. Nos expresamos así porque es lo que más se aproxima a lo que sentimos cuando asomamos la nariz a la puerta de la calle. Así que todos podemos hacernos una idea de lo que es trabajar en la calle con esas temperaturas, uniformado en algunos casos, con equipos de protección que aumenten la temperatura corporal; parece que todos lo sabemos menos los que tienen poder para cambiar las normas. Vivimos en una sociedad en la que muchos solo miran por ellos mismos y sus seres más cercanos, y ese alejamiento de los demás, esa frialdad con la que se relacionan muchos, es la que da lugar a esta sociedad egoísta, nada cohesionada y sí muy distante. Para avanzar nos deben importar los demás, debemos ser mucho más solidarios, colaborar más en la búsqueda del bien común, y tratar de que nadie se nos quede detrás. Los poderes facticos prefieren lo que hasta ahora están fomentando: todo lo contrario de lo que acabo de expresar, prefieren la competitividad, la rivalidad dentro del grupo, la dispersión para que no formemos un ente unido que adquiera fuerza y poder, porque eso contrarrestaría la fuerza y poder que ellos ejercen. ¡Abramos los ojos!

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