jueves, 9 de agosto de 2018

HA NACIDO EL COCHE VOLADOR

                                         Imagen: www.eleconomista.es

Es muy posible que en un futuro cercano estemos en mayor peligro que en los momentos actuales. ¿Se imaginan pasando por encima de nuestras cabezas cantidad de coches voladores? Ayer, los medios anunciaron un modelo de esos artefactos, que ni son coches ni puras aeronaves, con gran semejanza a lo que es un helicóptero. Supongo que le limitarán el espacio de vuelo, porque veo a más de uno y de dos con dos copas de más o por un despiste entrando al salón de un quinto o un noveno piso, a través del balcón de la vivienda.
Cuando vayamos paseando por la ciudad estaremos constantemente dirigiendo la vista hacia arriba para localizar a los aparatos y tratar de quitarnos de debajo de estos. Hay adelantos que, ciertamente, me dan pánico, sobretodo, cuando vemos con frecuencia que algunas personas no son capaces de llevar su coche en línea recta y atropellan peatones que van tranquilamente caminando por la acera, o bien, al grupo de ciclistas que circula por el carril contrario. Las drogas y el alcohol también se subirán a esos artefactos voladores y las negligencias pueden tener efectos mucho más grave. Igual me equivoco, desde luego salen a un precio que es de suponer, serán cuatro o cinco los que puedan permitírselo y, por tanto, no será mucho mayor el número de juguetes surcando los cielos.
También hablaron de estar en posesión de la licencia de piloto para poder volar con estos medios coches o medios helicópteros, lo cual será otro hándicap para casi todos los mortales. Entre sacar la licencia y comprar el coche volador hay que gastar el equivalente a sesenta o setenta millones de las antiguas pesetas, una inversión al alcance de unos pocos, que serán los únicos privilegiados de ver todas las azoteas de las ciudades o dar una vuelta a una chica hermosa en una noche romántica con luna llena y con las únicas luces de la ciudad como fondo. Ya estoy viendo esa imagen que proyectan en muchas películas, de la ciudad por la noche llena de centelleantes y diminutas luces de varias tonalidades que tapizan todo el plano, así como las chicharrillas voladoras dando vueltas por encima. Le llamo chicharrillas porque mira que son feos los pajoleros coches voladores. Son vehículos de tres ruedas, que necesitan cinco minutos para desplegar las alas o hélices que completan el transformer. Además, todo ese conjunto de alas y hélice se pliega sobre el techo del aparatejo, quedando visto el bulto desde el exterior, o sea, de pasada de diseño, nada de nada.
Esto como en todo, se podría hacer mejor, pero hay prisas por ponerlo en la calle, por ser los primeros, aunque hasta el 2020 dijeron no podían empezar a entregar las llaves a los compradores, de momento habían fabricado unas noventa unidades y decían que cinco o seis personas se habían interesado. Sinceramente, a mí no me gusta, y si tuviera dinero compraría un helicóptero privado, aunque fuera de los modelos más pequeños, al menos tendría la tranquilidad de que no es un engendro, sino una máquina concebida para volar.

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