lunes, 20 de agosto de 2018

DÓNDE ESTÁN LOS SINDICATOS



Ya son muchas las voces que reclaman: ¿dónde están los sindicatos, qué hacen, a qué se dedican? Yo digo: están viviendo, están comiendo, están, como muchos, dejando que pase el tiempo y cobrando.
Hace años, cuando yo era joven, cuando ante alguna injusticia laboral actuaba cualquier sindicato, era una acción temida por los empresarios, pero eso se acabó, a pesar de que hay, todavía, empresas en las que te ponen mala cara por sindicarte e, incluso, te despiden o te hacen la vida imposible.
Los sindicatos se difuminaron entre subvenciones y privilegios concedidos por los diferentes gobiernos que hemos tenido y tenemos. Los sindicatos dejaron de ser la fuerza que apoyaba a los trabajadores, para convertirse en meras gestorías a las que vas a consultar aspectos que tengan que ver con el trabajo. Pero esas movilizaciones que organizaban en las puertas de las fábricas, de los comercios y las tiendas… eso se ha acabado, ahora comen de la mano del amo y no se atreven a morderla… están callados y a la espera de las caricias de los empresarios y los políticos. La paz social cuesta dinero y con dinero la han impuesto para injusticia de los trabajadores y trabajadoras.
El dinero se lo carga casi todo, lo desvirtúa todo, lo convierte en intereses por los que llegan a matar. La carrera por el dinero está a la orden del día y significa explotación de las personas para la consecución del máximo posible, a eso le han dado por llamar competitividad. A su vez, la competitividad ha establecido que es el resultado de trabajar más por menos dinero, y los sindicatos firman los pactos con el gobierno y con los empresarios, porque esa injusticia social y laboral no va a afectar a sus mariscadas o a sus subvenciones, sino todo lo contrario, joder a los trabajadores les podrá reportar mayores cantidades de dinero, mayor poder y más privilegios. Después ya lo justificarán del mejor modo posible, pues qué más da una excusa más o menos en un sistema de embustes, manipulación y corrupción.
El trabajo se ha convertido en un premio casi imposible, al menos un buen trabajo en los tiempos que corren, en el que tanta precariedad laboral existe y es consentida. Es consentida porque es pactada, a la mesa se sientan siempre los mismos: el gobierno, los empresarios y los sindicatos, y el resultado es que los empresarios en tiempos difíciles, de crisis, ganan más, exprimen más a los trabajadores que ganan menos, muchos menos que hace unos años. O sea, los sindicatos han sido actores necesarios para que los empresarios lograran su objetivo: sacar rentabilidad de la crisis. También para que el gobierno ganara tranquilidad en las calles y le hicieran menos huelgas, habría que preguntarse: ¿quiénes nos representan a los trabajadores?, allí no estábamos representados. ¿Dónde están los rebeldes, los que no se dejan embaucar por los que tienen intereses contrarios?, así es imposible tener fuerza contra los que pretenden hacernos creer que no hay más dinero para los que, al fin y al cabo, son los que producen. Los trabajadores somos muy importantes, sin nosotros y nosotras no hay productos, no hay nada que se pueda vender, se paraliza el país en el momento que queramos, a pesar de ello, no estamos bien considerados, nos han dejado en un rincón y ninguno de esos que negocian en sus nombres, que no en los nuestros, parece mirar por nuestras familias, por nuestras necesidades, por nuestros gastos o nuestros platos de comida.

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