Es escribir por escribir, porque cuanto escriba poca o ninguna trascendencia va a tener, pero mi conciencia se libera de carga para caminar con mayor agilidad en medio de este maremágnum de conflictos y fatalidad. Es mi grano de arena, es mi opinión, es mi convicción de que estamos siendo manipulados, estafados y abusados de algún modo, o de muchos modos, por los que nos han privado de decidir por nosotros mismos. Han inventado todo esto de ser nuestros representantes, de la falsa democracia, y de hacernos creer que somos nosotros con nuestros votos quienes ponemos y quitamos charlatanes, o quienes hacemos que las cosas cambien, y no es así. Para nada o casi nada vale que acudamos al gran circo de las elecciones, porque con sus pactos primero cambiarán el mandato del pueblo, eso sí, con la intermediación de una ley injusta, después seguirán sin valer nuestros votos porque les deben obediencia a los poderes monetarios, a los ricos empresarios, a las potentes compañías, a banqueros, grupos inversores y demás sanguijuelas que están ahí chupándonos la sangre.
Es escribir por escribir, porque la suerte está echada mientras la gente no reaccione contra este abuso de poder, contra esta dictadura en cubierto, contra la indecencia personalizada en esos individuos que toman asiento en sus escaños, que parecen sean de su propiedad, pues incluso cuando son acusados de corrupción, ni dimiten, ni sueltan el acta. Como les pusieron en unas listas y treparon para conseguir colocarse en lo más alto, se creen con el derecho del asiento y no se van ni con agua hirviendo. Esto también es inexplicable, todos sabemos que sucede, los políticos también, pero ninguno propone legislar para acabar con el abuso y la corrupción. El CGPJ lleva caducado más de cinco años y todos agarrados al sillón y cobrando, hubiera sido muy fácil legislar para que al término de cada mandato de esos cargos, que creo son seis años, si no me equivoco, tengan que abandonar sus sillones y dejen de percibir sus salarios, y en su lugar les den el finiquito... Sr., a la puta calle, ya está bien de abusos. Pero los del hemiciclo de los Diputados protestan, se echan las culpas, de que el CGPJ no se renueva por culpa de tal o cual partido, pero ninguno toma las herramientas de legislar y pone fin a tal atropello, abuso e inmoralidad. Dejan que todo suceda, porque es fuego amigo y sometido, jueces que hacen y reciben favores, y cada partido con peso quiere meter a sus jueces amigos para cuando les cojan robando, que es de una gran facilidad porque casi siempre tienen una de las manos metida en la caja pública, no les crucifiquen, sino que prescriban los asuntos, existan errores de formas, no se sepa quién es M. Rajoy, se les indulte, se pierdan las pruebas, etc., que de todo ha habido en gran medida.
¿Qué hacemos con todo este circo que existe a costa de nuestras espaldas? Sí, somos nosotros, cada uno de los españoles, los que estamos sosteniendo y costeando esta cloaca mafiosa y corrupta, que se presenta como salvadora de no sé qué, cuando solo son saqueadores de camino. Curro Jiménez o El Tempranillo, eran aprendices al lado de los políticos que hemos tenido dirigiendo todo el cotarro mafioso y corrupto en el que han con vertido el patio de las Instituciones españolas. El más tonto hacía relojes, se solía decir antes, pero desde hace cincuenta años, ese mismo, aprendió a robar a lo grande desde su cargo político echando la culpa a los otros y a la ciudadanía, tuvieron la desfachatez de decir que nos hundíamos, económicamente hablando, porque habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades... ¡Serán sinvergüenzas! Nos atracan desde el comienzo de los tiempos, nos roban, nos tienen puesta una pistola en el pecho cada día y nos piden la cartera un día sí y otro también. Son basura, son escoria y la gente sigue a ciegas a este elenco de partidos corruptos, embaucadores, irresponsables, y lo más denigrante de todo, que no trabajan para asegurar nuestro bienestar ni para que progrese nuestro país. Todo lo que hacen es para enriquecerse ellos, sus amigos y familiares, dando ayudas a dedo, y colocando a los suyos por el mismo sistema. Hay que desprenderse de esta lacra, hay que cambiar las reglas del juego, por usar una de sus expresiones más restregada. La primera reacción pacífica que debiéramos contemplar es la de dejar las urnas vacías, tenemos que decirles a la cara que ya no les queremos, que no nos hacen falta, que dejen de dirigirnos hacia a donde a ellos les interesa y dejen de robarnos.
Seguiremos...
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