sábado, 27 de mayo de 2017

LIBERTÉ, EGALITÉ, FRATERNITÉ




Liberté, egalité, fraternité, es el lema oficial de la República Francesa. Suena bien, me gusta, se ajusta a un estado de los hombres y las mujeres que ningún Gobierno del mundo respeta ni trabaja para ello. Los gobiernos no quieren personas libres sino controladas y con una función contributiva específica y necesaria para soportar los servicios públicos, que está muy bien, pero también para que los gobernantes distraigan cantidades de dinero para uso personal o de sus partidos. La gente verdaderamente libre no se somete como todas aquellas personas condicionadas y forzadas a seguir un estilo de vida concreto, marcado por los gobiernos de las naciones; ellos dicen lo que se puede hacer y lo que no está permitido. ¿Hay libertad de este modo?
Pasemos a la igualdad, ¿creen, sinceramente, que se propugna la igualdad en las sociedades modernas? Algunos se apresuran a calificar solo la idea de principio del comunismo, un sueño o una utopía. Otros justifican la desigualdad como justa y necesaria, en función de cuánto ha estudiado la gente y de sus responsabilidades; de este modo, se crean las clases, los status y los que dicen se merecen más, tener más, ganar más, etc. La sociedad actual no se encamina hacia la igualdad porque se ha construido sobre el precepto de que una capa minoritaria y exclusiva, que tiene el poder sobre una capa mayoritaria trabajadora y la explota para lograr rendimientos económicos y productivos. Así que mientras que la mentalización original no se modifique, el modelo social será el de la explotación y no habrá igualdad.
Sobre la fraternidad tendríamos que hablar mucho… largo y tendido. Es un término bien sonante pero que cuesta poner en práctica, y cuanto más ascendamos en la pirámide social, creo, que más difícil es sentirlo. La fraternidad riñe con la avaricia, con el egoísmo, con la falta de respeto, con el sentido tan enorme de individualidad que la gente vive. La fraternidad trasciende las normas y no se aprende, se ha de sentir dentro. Nuestros corazones se ahogan con tantos pensamientos e intereses; no se puede expresar con tantos problemas que nos creamos y tantas preocupaciones. El amor está para compartirlo, para expresarlo, para consolar y ayudar a los demás. Si no sentimos la unión con los demás no hay fraternidad que valga. Si no somos capaces de ser solidarios, generosos y tender la mano a nuestros semejantes; no hay fraternidad. Si no me importa lo que le sucede al prójimo y  no procuro su bien; no hay fraternidad. Fraterno es sentirse hermano, y tú para tu hermano/a deseas lo mejor, le auxilias en cuanto te pida ayuda para lo que sea… estás ahí para lo que necesite, ¿es cierto? Del mismo modo, debemos estar para los amigos, los vecinos, los conocidos y los no conocidos, que nos pudieran necesitar. Es así de sencillo, pero se aleja de la realidad porque los principios sociales no son los de fraternidad sino competir; el otro no es mi hermano sino mi rival, esto nos lo han inculcado desde pequeños. Nos enseñaron a cuidar de lo nuestro y a estar alerta porque otros podían acercarse a quitárnoslo. Eso no es fraternidad. ¿Qué nos queda de: Libertad, Igualdad y Fraternidad?

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